Coctelera

Coctelera

Buenos y santos días  para usted, mi querido Magino, y para todos los suyos. Tenemos, entonces, que la tristemente célebre Agencia Central de Inteligencia (CIA), de los Estados Unidos, divulgará esta semana lo que su actual jefe califica de «joyas de la familia». Se trata, viejo incrédulo, de las operaciones ordenadas por la CIA en los decenios del 50, 60 y 70 del pasado siglo, muchas de ellas ilegales y demás yerbas.

Ya se dice que entre los asuntos a divulgar está nada menos que la participación, real o supuesta, de la tenebrosa agencia en la muerte del dictador dominicano Rafael L. Trujillo en la noche del 30 de mayo de 1961…. Mire, caro amigo,  si usted espera muchas cosuanitas que no se han dicho alrededor de la muerte a tiros del hombre-fuerte dominicano, puede que sufra una decepción. No es que la CIA ignorara que existían grupos que querían desguabinar a Trujillo o que dejara de contactar a representantes de esos grupos. Tengo entendido que la CIA favorecía que le rompieran la «santabárbara» al dictador dominicano y que el hecho de facilitar algunas armas a los conjurados no es una ficción. Eso se hizo a través del jefe de la CIA aquí, Henry Dearborn, quien entregó las armas a su agente Lorenzo Berry (Wympy). Pero después que las tropas de Fidel Castro quebraron la parpatana a los invasores de Playa Girón las cosas cambiaron, pues el presidente John F. Kennedy consideró que la desaparición física de Trujillo abría la posibilidad de llegar al poder a los simpatizantes castristas en la República Dominicana. La suerte del férreo gobernante quisqueyano, sin embargo, había sido decretada por un grupo de sus compatriotas, quienes actuarían con o sin el respaldo del Tío Samuel…. Eso no significa  que la CIA dejaba de enterarse de cuanto acontecía en la capital dominicana, pues el gobierno de Kennedy mantenía excelente contactos con los entonces llamados «disidentes» nacionales. Por cierto, mi querido Magino, cuando en una ocasión se reveló, años después de la muerte de Trujillo, de los esfuerzos que realizaban en la capital estadounidense miembros del poderoso consorcio Vicini, no fueron dos ni tres los sorprendidos. Justo es consignar que la familia Vicini siempre otorgó protección a connotados antitrujillistas, encabezados por los futuros dirigentes políticos doctores Viriato A. Fiallo y Angel Severo Cabral. No fueron ni dos ni tres los opositores a Trujillo que encontraron su medio de vida, para subsistir, en las empresas del consorcio azucarero. Y debe resaltarse la ausencia del país, cuando ocurrieron los hechos de mayo de 1961, de miembros prominentes de ese grupo, así como también del influyente doctor Donald J. Reid Cabral, de una definida línea adversa a Trujillo…. Uno de los conjurados,  el señor Luis Amiama Tió, recibió refugio en la residencia del ingeniero Andrés Freites Barrera en la misma noche en que Trujillo cayó abatido. Pero el propio Freites Barrera, poco después, le trasladó a la vivienda del doctor Tabaré Alvarez Pereyra, dado que la muy poderosa norteamericana Esso Stanard Oil, a la cual pertenecía Freites Barrera, había decidido llamarlo a consulta. Freites Barrera conocía de la conspiración para dar muerte a Trujillo y mantenía muy estrechos vínculos con varios de los conjurados, a uno de los cuales le unían vínculos consanguíneos…. Después de la muerte  de Trujillo comenzaron a surgir nombres de personas que supuestamente conocían cuanto iba a pasar. Inclusive, entre esas personas se ligó al entonces presidente gomígrafo Joaquín Balaguer, algo que nunca el Coctelero ha creído. Se afirmó que el propio Trujillo conocía de la trama y se negó a hacerle caso. Aunque nunca se ha comprobado oficialmente, se habló de que en la tarde del 30 de mayo de 1961, sobre el escritorio de El Jefe quedó una nota contentiva de una lista con nombres de varios de los conjurados, lista leída por el hombre fuerte antes de abandonar, por última vez, su despacho del Palacio Nacional…. Mire, Maginito,  nunca he dudado que el gobierno norteamericano conociera que existían planes para matar a Trujillo y que favoreciera dichos planes, pues no podía rechazar a un Fidel Castro que era un auténtico héroe para la juventud del continente y dar su respaldo, al mismo tiempo, a quien representaba la antítesis del revolucionario cubano. Playa Girón pudo cambiar la actitud norteamericana y por eso creo que si la CIA tuvo alguna participación «directa» en la eliminación del dictador dominicano, esa participación sería en calidad de «observador», hasta en la propia avenida George Washington, escenario de los hechos. Pero no me cabe duda de que la muerte de Trujillo en la noche del 30 de mayo de 1961, fue la obra del grupo de dominicanos que, por distintas causas, se decidió a jugarse la vida en una empresa en la cual ni siquiera el poder imperial podía garantizar la integridad física de sus miembros después de consumado el hecho. Creo, Maginito, que las «revelaciones» que muestren los papeles de la CIA en el caso Trujillo, le dirán pocas cosuanitas nuevas. Pero sí servirán, en cambio, para abrir  más especulaciones alrededor de la figura de un hombre que cayó hace 42 años y, pese a eso, cada día se habla de su persona, de su gobierno, de sus hechos.

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