Codiciado objeto de delincuentes

Codiciado objeto de delincuentes

Que se descubriera casi por casualidad que un solo individuo, en impenitente incursión diaria por Santiago, despojara a diez mujeres de sus teléfonos celulares es una ominosa reafirmación de que uno de los aparatos de más extendido uso en el país, visible casi por obligación, está en los primeros lugares de la codicia criminal. Mes a mes más de una persona viene perdiendo la vida a manos de asaltantes, generalmente motorizados, por lo regular rufianes estos que azotan a la sociedad a partir de violaciones totales a las leyes sobre circulación de vehículos. El bandolerismo prospera a partir de inaceptables ilegalidades de tránsito y de una insólita permisividad al comercio de móviles de la telecomunicación. Pillos dispuestos a matar, y que frecuentemente matan, hasta por baratijas.
Al menos los que estamos entre estas fronteras nacionales, portadores casi todos de celulares, podemos expresar alarma y temor libremente por nuestra seguridad sin herir susceptibilidades de quienes prefieren poner sordinas a las reacciones por inseguridad. Es desde esta condición ciudadana y del montón que puede cuestionarse que un objeto que solo tiene utilidad cuando está conectado a centrales específicas que irradian señales, pueda cambiar de propietario en un dos por tres tras victimarse a alguien para beneficio de otro que lo compra de las manos quizás ensangrentadas de un intermediario criminal.

Maquinarias de alta destrucción

Cómo es posible que la acción inevitablemente demoledora de extraer materiales de construcción estuviera escapando al conocimiento de las autoridades y fuera necesario que gigantescas maquinarias de libre operación causaran un desastre al dejar sin agua a más de un millón de usuarios para que se saliera a investigar si se trata de una grancera autorizada. La naturaleza, que es bien común, no puede estar tan poco vigilada como queda en evidencia una y otra vez.
Se habla de espacios de la corteza terrestre diezmados cerca de Santo Domingo por una red depredadora de recursos no renovables que tritura suelos a escala industrial sin que se haya medido el efecto que ello tendría en el ecosistema y sin que se sepa el beneficio que a la sociedad llega. Destrucción ante las narices de muchos.

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