El marco legal para las relaciones entre empleadores y asalariados en República Dominicana nació con anterioridad a importantes cambios en los medios de producción de bienes y servicios.
La realidad social y económica es diferente y presenta un estancamiento en ingresos para quienes venden su fuerza de trabajo y la demanda de mano de obra está bajo prioridades generadas por la informática emergente y las nuevas formas de producir. Antes reinaban Azúcar, café, cacao y tabaco.
Ahora Turismo, Zonas Francas, Minería y una inmensidad de pequeñas y medianas empresas generan más empleos y alimentan más capitales que los conocidos postres, a pesar de que se exportan muchos habanos y una excelente materia prima para la industria chocolatera del mundo.
Las leyes, incluyendo las de Seguridad Social y de régimen de pensiones aplicables a la interacción entre patronos y trabajadores, deben subrayar derechos de los obreros, principalmente, y de las empresas.
Las reglas deben responder a características diferenciadas de oficios que rompen esquemas y procede establecer la obligación de elevar la remuneración promedio a hombres y mujeres productivos para que corresponda al costo de la vida contra la falta de equidad de los topes salariales mínimos, muchas veces utilizados para congelar prolongadamente los jornales que sostienen familias. Es por ello que cotizan poco para la protección de salud y retiro.
Electrificación del transporte
Si la locomoción automotriz avanza hacia el reemplazo de carburantes por la electricidad, mayor es la obligación de apelar a las fuentes renovables de viento, solar e hídrica.
De lo contrario, la agresión al ambiente que hoy sale de los tubos de escapes de las máquinas rodantes, pasaría a ser originada por plantas atrasadas que funcionan con derivados del petróleo y del horroroso carbón, emisores de daños a la atmósfera.
El Metro en expansión y los teleféricos del presente y el futuro, junto a autobuses igualmente de potencia voltaica, irán poblando el transporte incluyendo monorrieles. La flota privada local de automóviles crece en unidades movidas eléctricamente.
La nueva forma de viajar debe basarse en conexiones a una generación progresivamente amigable. La transición comienza y el país no debe quedarse atrás.