Se debe procurar un Código Laboral moderno y progresista, que permita y garantice las relaciones obrero-patronal, bajo un ambiente permanente de armonía sin imposición de una de las partes, lo que vendrá incidir en la continuación del desarrollo sostenible del país.

El concepto de reforma laboral no puede reducirse simplemente a la flexibilidad del trabajo y a la cesantía, cuando está por medio temáticas relacionadas con la libertad de asociación, de contratación y de huelga, así como el mantenimiento del empleo en diferentes centros de trabajo.
La transformación en discusión debe proyectarse, además, sobre varios aspectos que constituyen pilares del contrato de trabajo y que, por ende, afecta las relaciones laborales en el ámbito privado.
Las discusiones deben retomarse sobre la base de alcanzar acuerdos de consenso, específicamente el sector patronal debe dejar de lado su programa en materia de relaciones laborales, en el que se abordan prácticamente todas sus demandas, lo que ha impedido un avance en el diálogo.
El proyecto de reforma laboral debe convertirse en una iniciativa de gran valor e importancia en términos cuantitativos y cualitativos, desde que en el 1992 se creara el actual Código Laboral, mediante el cual se modificó la ley de trabajo de Trujillo.
La lógica de la nueva iniciativa es que incluya normas sobre relaciones individuales y colectivas, sobre fomento del empleo y formación profesional, las que deben ser tratadas en forma unificada.
La reforma debe garantizar una transición entre el ciclo formal de educación y el trabajo, que incluya la formación técnico profesional y universitaria, así como a estudiantes secundarios y nóveles graduados en prácticas educativas tanto en el ámbito privado como público.
En cuanto a los salarios, se debe establecer un mecanismo que indique un reajuste anual tomándose como base la expansión de la economía y la tasa de inflación. Ese sistema de cubrir a todos los trabajadores de los sectores público y privado.