El tranque está después de mucho eludir los aspectos más conflictivos. No se avanza en ningún sentido a pesar de la urgencia que cobra actualizar procedimientos judiciales para perseguir y sancionar delitos de características nuevas. La batalla de opinión y legislativa sostenida desde firmes posiciones contra el aborto en absoluto, de una parte, y la defensa desde un sector contrario a las excepciones para legalizar interrupciones de embarazos, mantienen al país atrapado en indefiniciones retardatarias.
Unos, esgrimiendo argumentos de fe y religión, defienden radicalmente la vida a partir del segundo mismo de la concepción, en oposición al criterio de que ningún código debe ir en desmedro de la dignidad de la mujer si está sometida a un embarazo inviable y comprometedor para su vida, rechazado desde su albedrío y principios, lo que también sería una forma inhumana de tratarla como víctima de circunstancias impuestas.
Desde el fiel de la balanza se ve a una nación enfrentada contra sí misma, sometida a las consecuencias tan negativas de un debate de retórica encendida entre liderazgos para los que no valen los términos medios ni las salidas consensuadas como ocurre en la mayoría de las sociedades del mundo en las que los criterios extremos sobre el exacto y discutible comienzo de la existencia de seres racionales dejó hace tiempo de ser una paralizante manzana de discordia.
Cuidarse más al suprimir límites
Los habitantes del Distrito Nacional y la provincia La Altagracia pasan desde el lunes a tener oportunidad de romper la alternancia que hace irse y volver las arremetidas del virus SARS-CoV-2, subrepticio y oportunista, que tras cada bajada de guardia viene a hacer de las suyas.
A la supresión del toque de queda no se puede dar la lectura de permisividad total para amontonarse en largas exposiciones a contagios bajo techo o en multitudes de excesivas celebraciones, echando a un lado mascarillas y lavados.
Es una nueva oportunidad para demostrar multitudinariamente que es posible normalizar actividades de distintos géneros con una suma disciplinada de conductas individuales, sin coger el rábano por las hojas ni confundir la parafina con la mantequilla, para bien de todos. No basta con vacunarse.