Hoy 
LEO BEATO
El coeficiente intelectual de un ciudadano promedio estadounidense está entre 80-120. Un porcentaje sobre los 140 puntos se considera superior y de ahí en adelante el individuo se considera un superdotado. George W. Bush, el actual presidente, tiene un I.Q. (Intelligence Quotient, promedio de inteligencia) de 91. Su padre, George H.W. Bush, tiene un I.Q de 98.2.
Entre los cinco últimos cinco presidentes estadounidenses el del promedio más elevado es William Jefferson Clinton, alrededor de 190 de porcentaje, seguido por Jimmy Carter con 175 y por John F. Kennedy con 174. Observemos que estos tres últimos son del Partido Demócrata. Ronald Reagan, Republicano como los dos Bush, tenía un I.Q. de 102. El presidente Woodrow Wilson, demócrata, fue probablemente el del más alto I.Q. del siglo pasado pues, además de presidente fue también un gran «scholar» (un intelectual consagrado), egresado como Clinton con notas altas de prestigiosas universidades. En el caso de Wilson, de la Universidad de Princeton donde, además fue decano y luego rector y presidente.
Una observación muy interesante es la de constatar que durante la administración de estos presidentes de alto coeficiente de inteligencia el déficit de la balanza de pagos fue reducido de manera significativa. En el caso de Clinton se obtuvo el primer superavit de la historia reciente dejando saneada la economía de la nación al entregar su mandato. Con los Bush, en especial con Bush, Jr., ha sido todo lo contrario. La deuda ha llegado a superar la barrera de los tres trillones de dólares constantes y sonantes. Veamos algunos ejemplos: En el primer año de Bill Clinton se redujeron US$300 billones de la deuda total y, cuando ocho años después (2000) entregó su mandato, lo entregó con un superavit (ganancia) de US$250 billones. Con George W. Bush la deuda se ha triplicado y es la más alta en toda la historia de los Estados Unidos hasta superar la cifra de tres trillones de dólares (casi toda adeudada a la China), lo cual supone alrededor de US$3,000 diarios por cada ciudadano estadounidense.
En el caso de Dominicana los tres presidentes de más alto I.Q. en la historia contemporánea, a pesar de que ninguno ha sido sometido a una prueba de inteligencia con excepción quizás del actual mandatario, el Dr. Leonél Fernández, cuando se encontraba en New York, sobresalen el profesor Juan Bosch Gaviño y el Dr. Joaquín Balaguer, probablemente en ese mismo orden. La experiencia nos ha enseñado, sin embargo, que un coeficiente de inteligencia elevado no es necesariamente un pasaporte de éxito en la vida real ni, muchísimo menos, en la palestra política. Mas bien es todo lo contrario.
