Para dar un mejor curso a la economía y comenzar a reducir el exceso de créditos internos y externos, paradójicamente el Estado tiene que seguir con el procedimiento de endeudarse como les ocurre a otros países, pero orientándose a compromisos de plazos manejables y bajos intereses. Eludiendo ofertas tentadoras que pretendan embarcar a la nación en inversiones grandes pero de poca significación para el desarrollo. Sería razonable en este momento tomar créditos para proyectos que abaraten el costo de la energía y reduzcan la dependencia del petróleo. Bienvenidos serían los financiamientos, previo estudio de factibilidad, que sirvan para diseminar los invernaderos. O los que permitan extender sistemas de riego y recuperar terrenos arruinados por la salinidad.
No debería dudarse en contraer deudas para crear institutos tecnológicos regionales para la impartición de cursos de mediana duración que doten a jóvenes de las herramientas de conocimiento que les abran las puertas al empleo de los tiempos modernos. Tendrían un efecto benéfico adicional al contrarrestar las ociosidades juveniles que estimulan conductas delictivas. Negado debe estar el Gobierno a suscribir contratos o a amparar proyectos riesgosos para asegurarles pingües beneficios a los inversionistas a costa del contribuyente. Si ya es prioritario mejorar la calidad del gasto, también debe serlo mejorar la calidad del endeudamiento.
Defraudando a la seguridad social
Extender la cobertura de los servicios de la seguridad social a un número de ciudadanos mucho mayor que el actual obliga a vencer ciertos obstáculos. El bajo poder adquisitivo de muchos asegurados es uno de ellos. De ahí que las alzas salariales sean imprescindibles para elevar cotizaciones y mejorar la calidad de vida del trabajador. Pero también se oponen a la buena marcha del sistema los engaños a que recurren ciertos empleadores que eluden parcialmente sus obligaciones reportando nóminas y montos salariales incompletos.
Se las arreglan para aparentar que sus plantillas son de menor tamaño, con lo que debilitan o congelan los ingresos del sistema que por otras vías enfrenta múltiples reclamos de mayor cobertura y la inclusión de nuevos y costosos procedimientos médicos. Un sensible vacío legal impide sancionar como corresponde a quienes de ese modo defraudan a la seguridad social.