Coherencia decepcionante

Coherencia decepcionante

El proyecto de ley de Declaración Jurada de Bienes y Enriquecimiento Ilícito ingresa por sexta vez a la Cámara de Diputados, de la mano de su autor, el senador Charlie Mariotti. Ha sido aprobado por el Senado en  cinco oportunidades, y rechazado igual número de veces por los diputados.  Una propuesta que busca que los funcionarios designados y electos actúen con transparencia no debería merecer la ojeriza de ningún legislador, a menos que el rechazo sea el reflejo de una decepcionante coherencia.

Con honrosas excepciones, los diputados aprobaron el hoy cuestionado contrato  entre el Estado dominicano y la minera canadiense Barrick Pueblo Viejo. Votaron sin chistar por este instrumento ominoso que entrega a una empresa extranjera un patrimonio de los dominicanos, pero han rechazado cinco veces una propuesta que procura un manejo pulcro de los recursos públicos. También han sido coherentes en el rechazo del proyecto de ley de partidos.

Tal vez tengamos la suerte de que la corriente que apuesta a la revisión del contrato Estado-Barrick influya en el ánimo de esos mismos diputados lo suficiente como para cambiar la óptica conque enfocan el proyecto sobre declaración jurada de bienes. Todos tenemos la oportunidad de rectificar alguna vez. Quizás este sea el momento de quebrar tan decepcionante coherencia.

Tarea para tres ayuntamientos

El puerto de Santo Domingo está bajo el asedio de los contaminantes que arrastra el Ozama. A lo largo de los cauces de este río y el Isabela, la calidad de vida es degradada por la falta de infraestructura de servicio para disponer de los desechos, que sin más ni más van a parar a los ríos. Muchas industrias  vierten químicos contaminantes directamente al Ozama y el Isabela o a las cañadas que mueren en sus cauces.

Los ayuntamientos del Distrito Nacional, Santo Domingo Este y Santo Domingo Norte, así como el Ministerio de Medio Ambiente,  tienen responsabilidad en la persistencia de este  problema, y por tanto deben asumir en conjunto la tarea de sanear las riberas y construir infraestructura de servicio que impida que la basura llegue a los cauces. De esa forma se contribuiría a mejorar la calidad de vida de la gente que habita esas orillas y a salvar el puerto de Santo Domingo para desarrollo del turismo.

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