Los delicados tiempos presentes caracterizados por graves crisis sanitaria y económica que agravan desequilibrios sociales y desajustes territoriales, ambientales y migratorios requieren extremar la coherencia, cualidad que los diccionarios definen como actuación en consecuencia con ideas o expresiones.
Al mismo tiempo que Pérez Reverte, escritor y periodista español, miembro de la RAE, exaltaba esta cualidad al expresar que se puede opinar de todo “siempre y cuando no te contradigas”; Marién Aristy, en artículo del pasado jueves, sostenía que la coherencia “se puede ir de paseo” por las violaciones gubernamentales a sus disposiciones relacionadas con el manejo de la pandemia.
Las incoherencias citadas en dicho artículo, fácilmente corregibles, quedan cortas ante las que se avizoran en la administración fiscal para 2021.
Parten del riesgo del 10 por ciento crecimiento de gastos postulado para 2021 con relación al presupuesto original 2020; frente a ingresos que se estima crecerán 18 por ciento en una economía que la CEPAL acaba de proyectar caída de 5.5 por ciento para 2021, mientras nuestras autoridades reportan inflación a ritmo similar.
Solo con un extraordinarísimo esfuerzo es posible superar esta incoherencia entre los ingresos estimados en una economía de crecimiento “0%”, a precios corrientes, por neutralizar la inflación el PBI.
Un esfuerzo que requiere el concurso mancomunado del Gobierno y la iniciativa particular.
Del Gobierno, por el lado del gasto y la simplificación del sistema tributario, ahora adelantándola por vía administrativa, hasta donde sea legalmente posible, luego de su decisión de posponer la Reforma Fiscal.
Y de animar iniciativas particulares mediante encuentros universalmente sistemáticos para tomar decisiones conjuntas hasta superar los obstáculos que presenta nuestro sistema productivo.
La reciente disposición gubernamental de adelantar RD$100 millones a artistas para presentar futuros espectáculos, constituye una señal que la coherencia también “se puede ir de paseo” en los esfuerzos por mejorar la calidad del gasto propugnado por instancias gubernamentales.
Afortunadamente el presidente Abinader acaba de hacernos dos regalos trascendentales, de Navidad y para 2021.
El primero, la halagüeña afirmación de que “crear empleo es el mejor programa social” lo cual supone, para que estos sean dignos y sostenibles, la creación de puestos de trabajo emanados de actividades económicas emprendidas por iniciativas particulares, en contraposición a los deleznables empleos burocráticos; disminuyendo así necesidad de ayudas sociales.
El segundo, avanzar gestiones para obtener los RD$291 mil millones de financiamiento que lamentablemente, por los gastos e ingresos proyectados, el Presupuesto 2021 consignó para equilibrarlo.
Pero para alcanzar ambos cometidos, estos recursos deberían constituirse en reservas que faciliten reorientaciones de gastos y simplificaciones tributarias.
Así nuestro aparato productivo generaría puestos de trabajo para reducir necesidad de empleos burocráticos y programas sociales.
Y seríamos coherentes.