Debería hablar del fusilamiento de Manolo. Con frecuencia asiste a conferencias en la Biblioteca Nacional. Hace unas cuantas semanas nos encontramos en una charla que ofreció el general Soto Jiménez. Con sus “chacabanas desteñidas”. Siempre ha sido un hombre modesto. También se le puede encontrar con su carrito de supermercado tomando productos de las góndolas.

Se atrevió despreciar un BMW les enviaron a las puertas de su casa. Fue secretario de las Fuerzas Armadas, secretario de Interior y Policía, jefe de la Policía Nacional, jefe de Estado Mayor del Ejército; en fin, un hombre de Estado. En una ocasión nos declaró a nosotros que únicamente Ramón Emilio Jiménez hijo, (Milo), Enrique Pérez y Pérez y Juan René Beauchamp Javier conocían detalles de los momentos finales de vida del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó.

Somos un país bendito… en el discurrir histórico nuestro, el territorio nacional está abonado con sangre de patriotas, asesinados por mercenarios al servicio del gran capital, foráneo y nuestro. Muy pocas veces esos crímenes de Estado son reivindicados. Y los asesinos mueren tranquilamente en sus camas, sin decir “esta boca es mía”.

El gran poeta chileno Neftalí Ricardo Reyes Basoalto (Pablo Neruda), sostenía que “las cosas no se aclaran nunca, con el silencio y con el olvido”. Lamentablemente en República Dominicana vivimos olvidando nuestros hechos históricos, por eso estamos condenados a repetirlos.

El personaje al que aludimos en este artículo, ha sido un hombre protagonista de primer orden en muchos hechos históricos nacionales… Incluso, otros de sus atributos es ser diseñador de carros de asaltos para nuestros institutos castrenses, historiador y poeta. Un hombre de armas y letras.

Siendo coronel comandó en diciembre de 1963 las tropas regulares que apresaron al insurrecto Manuel Aurelio Tavares Justo en Las Manaclas, San José de las Matas. Para la historia debería hablar del fusilamiento de Manolo. (Manoguayabo, Santo Domingo Oeste, 4 de agosto de 2021).