Ambivalencias, contradicciones y complicidades parecen apoderarse del liderazgo que nos rige hasta el punto de hacerse merecedor de la imprecación evangélica con que titulamos esta colaboración.
En la carta dirigida por el gobierno al FMI, reconoce que la economía sigue siendo débil y que los riesgos para la recuperación siguen siendo altos. El FMI responde que el desempeño de la economía ha sido satisfactorio no sin antes admitir, inexplicablemente, que los datos sobre la evolución económica no estaban disponibles. Contradicciones que no se explican, debaten ni corrigen.
Ambos sobrecargan la solución al problema eléctrico alrededor del consumo tarifas, fraudes, subsidios obviando los costos de generación donde se originan tarifas y subsidios; pasando por alto que previamente promovieron como panacea para estos fines, sin resultados, la criminalización del fraude. El FMI consigna incluso avances en la reforma del sector mientras gobernados percibimos retrocesos; una especie de complicidad similar a la evidenciada en la declaración del próximo embajador norteamericano en el país sobre avances del sistema político-partidario que no se compadece con el espectáculo e irrespeto observados en el presente proceso.
Este periódico resaltó que la expansión del crédito fue provocada por el endeudamiento del gobierno, no para satisfacer requerimientos de la economía, sin reacción de autoridades. Como tampoco reacciona el liderazgo político, religioso, empresarial y civil ante la espeluznante información suministrada por autoridades regodeadas en el millón y medio de personas tocadas por programas sociales del gobierno, que sumados a la empleomanía, hacen depender a prácticamente la totalidad de las familias dominicanas del favor de gobernantes, financiándose con recursos aportados por todos los gobernados.
El FMI menciona ahora, lo que debió exigir antes, el control de gasto corriente argumentando que …contribuirá a sustentar la recuperación de una economía previamente calificada como satisfactoria.
Este proceder no se manifiesta solo en economía: Se intoxican estudiantes por alimentos adquiridos y los funcionarios auto-incriminan su administración para proteger empresas. Se exige modificar el código del menor cuando lo dispuesto no se cumple. Se siembra pero se desforesta y se deja secar lo sembrado. Policías peatonales, en bicicletas y caballos, vigilan nuestras áreas verdes pero ante ellos depredadores apedrean árboles de mangos y cajuiles. Calles de cementerios son utilizadas para enseñar a conducir vehículos. Líderes gremiales de ayer convertidos en funcionarios confrontan su gremio. Edificios de la UASD se convierten en basurero por falta de fondos pero se anuncian aumentos salariales. Adefésicos parques exaltadores de animales sin vida se erigen destruyendo áreas verdes.
Dejar de colar mosquitos y tragar camellos resulta imprescindible para nuestro verdadero progreso.