¿Colapso?

¿Colapso?

El sistema energético del país está al borde de un colapso por causas financieras, una que otra disparidad entre el Gobierno y uno de los agentes del mercado eléctrico y la existencia de elefantes blancos en el sistema.

La capacidad instalada supera holgadamente la demanda, pero eso es solamente en términos numéricos absolutos. Hay instalados unos 2,000 megavatios para una demanda que oscila 1,500 y 1,800 megavatios.

Sin embargo, en la totalidad de la capacidad instalada hay varias plantas cuyos costos de generación las hace inutilizables. En esa situación están las dos Mitsubishi de San Pedro de Macorís, una planta flotante que es mantenida en el muelle de Andrés, Boca Chica; una turbogás instalada en Barahona y una de las Itabo.

Es decir, que en términos prácticos, útiles, no hay la holgura en disponibilidad de megavatios que se derivaría de la capacidad instalada, pues la generación con las plantas que hemos citado resulta incosteable para un país que tiene que importar petróleo.

-II-

Las anotaciones anteriores pretenden ilustrar parte de las debilidades técnicas del sistema energético que nos gastamos.

Las otras debilidades tienen que ver con la capacidad de las distribuidoras para cobrar la energía que distribuyen entre los usuarios, sobre todo hogareños, pues se sabe que cada día disminuyen más las cobranzas.

Es un verdadero círculo vicioso el que mantiene postrado el sistema energético, pues la falta de cobranzas limita la capacidad financiera de las distribuidoras para mantenerse al día con los generadores y esto las hace provocar cortes de suministro que, a su vez, incentivan la evasión de pago por parte de usuarios que se sienten castigados por los apagones.

Lo único que podría levantar la moral de las distribuidoras para cobrar la energía por medios coercitivos sería el mantenimiento de un suministro estable, con un mínimo de interrupciones, pero esto, a su vez, solo es posible si las cobranzas son suficientes para cubrir la energía servida.

Por otro lado, el Gobierno y uno de los principales generadores mantienen disparidades de tipo financiero que empeoran la situación.

-III-

La crisis energética tiene efectos devastadores para la economía. En primer lugar, obliga al uso de plantas de emergencia que además de producir una energía muy costosa e inestable, ocasionan ruidos y contaminación. El uso de estas plantas ha provocado alzas enormes en el consumo de combustibles, en momentos en que los mismos han aumentado de precio por las alzas petroleras y el aumento del petróleo, y cuando ha mermado la capacidad del país para importarlos. Dispositivos como los denominados inversores han dejado de calificar como alternativa energética para cubrir las deficiencias del sistema general, pues los apagones son de tanta duración que no dan oportunidad para recargar baterías.

Por eso, cuando el Presidente Hipólito Mejía decidió lavarse las manos y dejarle el problema energético al próximo Gobierno lo que hizo fue firmar la sentencia que condena al colapso el sistema energético y probablemente la economía del país en sentido general.

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