Cólera

Cólera

Tanto nos hemos acostumbrado a lo espantoso que sabemos que en Haití rebrotó el cólera y nos hemos quedado como si nada estuviese ocurriendo. República Dominicana erradicó el cólera hace más de medio siglo. La Organización Mundial de la Salud y su correspondiente continental (OMS/OPS) nos declararon libres del flagelo.

Sin embargo, de verificarse la certeza de su reaparición en el vecino Estado, hemos de prepararnos.

La bacteria vibrio comma, causa de la grave enfermedad, se reproduce en la suciedad. La lixiviación que sigue al depósito de excretas humanas inficionadas son el foco más seguro para el inicio de una epidemia.

Aguas servidas derramadas, provenientes de sistemas sanitarios sin previo tratamiento, son, también, causa del mal.

Ratones que han merodeado lugares contaminados, lo mismo que moscas y cucarachas, conforman un seguro grupo vector. La pregunta clave, empero, es cómo se introdujo en Haití.

Es posible afirmar que Haití vive las condiciones ideales para la reproducción de este microorganismo. Pero, considerándose una bacteria extinguida, ¿cómo inficionó a los haitianos que sirvieron como vectores? ¿Acaso se mantuvo latente en terrenos de antiguos cultivos alimentarios y ahora, con las últimas lluvias, resurge? La incógnita está por despejarse respecto de Haití.

Entre tanto, mientras algún investigador se preocupa por averiguar de dónde salió la epidemia, los dominicanos estamos al este. Y el cólera no es juego de niños.

Recomendar a la población que consume agua de pozos y aún repartidas por los acueductos, que la hierva lo suficiente, conviene a la tranquilidad colectiva.

Es bueno que se pida no consumir ensaladas u otros alimentos crudos. Las frutas deben ser lavadas adecuadamente, por aquellos que las comen descascarando con dientes y labios.

Las comidas cocidas, colocadas en platos individuales en las mesas o en platones comunes en los auxiliares del comedor, deben cubrirse con tapamoscas.

Además, en cuanto se sientan roedores, deben ser combatidos utilizando cuanto método permita su aniquilación. Hay personas que, al margen de los raticidas comerciales, se valen de mezclas de cemento blanco o yeso y embutidos cortados en pequeños pedazos.

Las proporciones, no definibles sino por el sentido común, deben ser lo suficientemente atractivas para que el animal acuda al lugar en que se coloque la mixtura.

Mientras menos se manipule el menjurje, mucho mejor, pues se afirma que los ratones huelen la mano humana.

Lavarse las manos antes de consumir cualquier alimento es hábito tradicional. No olvidarlo nunca, sobre todo cuando enfermedades como el cólera rondan en las cercanías, contribuye a preservar la salud. Y tal vez la vida.

Porque aunque no todas las veces mueren los enfermos de cólera, se impone evitar la infección. Para que no muramos de espanto.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas