Cólera: lo peor no ha pasado

Cólera: lo peor no ha pasado

La epidemia de cólera nació en Haití y se expandió hacia la República Dominicana por dos causas fundamentales: el intenso flujo migratorio desde ese país hacia el nuestro, y la existencia en el nuestro de focos de marginación social que son caldo de cultivo para diversas patologías.

Después de una especie de tregua, con disminución de casos confirmados, la  enfermedad ataca de nuevo y se desplaza de barrio en barrio primero en el Distrito Nacional y la provincia de Santo Domigo, y más adelante hacia San Pedro de Macorís, donde es preocupante el número de afectados por trastornos que hacen sospechar la presencia de cólera.

El Ministerio de Salud Pública está claro en que lo peor del cólera no ha llegado aún. Aunque ese ministerio ha hecho lo que debe hacer para tratar la enfermedad, la enorme deuda social con  barrios y pueblos virtualmente ata de manos a la autoridad sanitaria. El saneamiento de cañadas, que debe ser una tarea permanente y rutinaria, se acomete ahora en La Ciénaga y otros barrios como tareas de excepción, por el estado de emergencia. Y resulta que La Ciénaga parece el paraíso, en comparación con la situación que se da en los sectores petromacorisanos en los que hay sospecha de contagio generalizado. Lo peor nunca acabará de llegar, en el caso del cólera y otras enfermedades, mientras siga aumentando la deuda social acumulada.

Caldo de cultivo de las protestas

En las principales ciudades, pero sobre todo en la capital del país, se levantan con premura y sin interrupciones obras públicas majestuosas, como elevados y túneles del Corredor Duarte y la segunda etapa del Metro de Santo Domingo, para citar dos ejemplos.

En cambio, en la zona rural las obras son iniciadas, interrumpidas, aplazadas o descontinuadas según convenga a caprichos e intereses políticos y politiqueros.

Este proceder de las autoridades es el caldo de cultivo para huelgas y protestas violentas, como las que acaban de ocurrir en Salcedo, en demanda de obras que han sido prometidas y nunca ejecutadas, o que fueron iniciadas y jamás terminadas.  Mientras las prioridades en levantamiento de infraestructura estén definidas por las conveniencias políticas, habrá caldo de cultivo para reclamos violentos. No cabe duda.

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