Cólera político

Cólera político

En el mes de la Patria es loable comenzar nuestra temática con dos expresiones del patricio Juan Pablo Duarte: “Nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria… Sed justos lo primero, si queréis ser felices.

Ese es el  primer deber del hombre; y ser unidos, y así apagareis la tea de la discordia y venceréis a vuestros enemigos, y la patria será libre y salva. Yo obtendré la mayor recompensa, la única a que aspiro, al veros libres, felices, independientes y tranquilos”.

Siglos atrás Juan recogía las palabras del Galileo cuando decía a los judíos que creían en él:  “Ustedes serán mis verdaderos discípulos si guardan siempre mi palabra; entonces conocerán la Verdad y la Verdad los hará libres”. 

La dolorosa, triste y trágica situación por la que atraviesa el pueblo haitiano es digna de la mayor solidaridad mundial.

Pocas veces una nación tan pequeña y empobrecida había sufrido los crueles embates de un fenómeno natural  como el terremoto que azotó a ese hermano país en enero de 2010 y la devastadora epidemia de cólera desatada a finales de ese mismo fatídico año.

La reacción de los dominicanos ante esos acontecimientos  ha sido mixta y cambiante, yendo desde un bello y conmovedor noble gesto de sacrificio a favor de los refugiados y enfermos hasta la quema de viviendas y persecución de humildes familias haitianas residentes en la República Dominicana.

Existe gente que maliciosamente ha tratado de manipular y distorsionar las informaciones  procedentes de la vecina nación para de esa manera avivar el inducido resentimiento contra los haitianos. Tontos son quienes no comprenden que la salud pública de la patria de Dessalines tiene repercusiones inmediatas sobre la población de la parte este de la isla. Las aguas de los ríos, arroyos y cañadas no conocen fronteras y por lo tanto no se detienen en las aduanas para un chequeo sanitario. El mar Caribe y su fauna no establecen una real línea divisoria entre Haití y República Dominicana. Olvidan también algunos trasnochados y acomodados nacionalistas que en muchas partes de la tierra de Duarte se viven condiciones socio-económicas muy similares a las que existen en el suelo de Petion. Una dura realidad nos golpea fuertemente en plena cara, el  cólera ya está en Santo Domingo y ya hizo su debut mortal. Se cuenta por centenares el número de casos diagnosticados de la  enfermedad.

No podemos evitar la resonancia política de la casuística colérica nacional; entendemos que la coyuntura se presta para concitar el apoyo mayoritario de toda la población para enfrentar un mal que ya tiene proporciones epidémicas.  Y es que a pesar de tratarse de una  enfermedad de los pobres, en ocasiones el mal trasciende los límites sociales y se expresa accidentalmente en ciudadanos pertenecientes a sectores acomodados.

La amenaza real del Vibrio Cholerae obliga a que tengamos una visión holística del mal y trabajemos todos de la mano para combatir la expansión de tan terrible mal.

La consigna del momento debe ser la de todos aunados en campaña contra el cólera. De lo contrario, preparémonos para enterrar  a blancos, morados, colorados y otros colores del espectro político nacional.

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