TONY PÉREZ
El cantante Sergio Vargas y el Grandes Ligas Raúl Mondesí, diputados electos por el oficialista PLD, están de moda en los corrillos congresales y mediáticos. Y no es por sus méritos profesionales. Es porque el primero, por su condición de artista, luce un pajón que termina en una colita trasera y el segundo es un pelotero que solo sabe jugar pelota. Los dos, al decir de los moralistas de cartón, rompen con la solemnidad y afrentan tan augusto poder del Estado.

Aceptado que cada escenario social tiene su propio ritual que impone la manera de vestir y de hablar; aceptado que la formación académica será cada día más condición imprescindible para el ejercicio profesional en cualquier espacio de la sociedad de la información y el conocimiento, los requisitos urgentes que debe cumplir el Congreso dominicano están lejos sin embargo de ser los reclamos a los nuevos legisladores de la globalización en un país del enésimo mundo como RD.

En teoría, el primer poder del Estado, el Legislativo, debe tener el trabajo constante y la lucha por aminorar la corrupción como dos primeras prioridades de subsistencia.

Porque el ser humano de este tiempo no se mide por el moño ni por la condición de jugador de béisbol, sino por sus ideas y su honradez cultivada en familia.

Son incontables los intelectuales y otros de menor categoría que no bien les dan la oportunidad en alguna función ejecutiva y ahí mismo claudican. Cambian su dinámica gestual en tanto su estatus económico se distancia de la pobreza. Menos para recibir una llamada pues no la reciben. Son miserables encorbatados.

Entonces, por el momento y para los fines coyunturales, importan más las ideas y buenas intenciones que poses intelectuales de lux que muchas veces contribuyen más a esconder los problemas que airearlos y buscarles soluciones.

Me dirán disparatoso porque la persona a quien citaré carece de aprecio en gran parte de la intelectualidad y hasta de quienes aspiran a llegar a ella. Recuerdo que el empresario televisual Rafael Corporán de los Santos, con su humor natural y estilo campechano, me relató una vez en su despacho de Radio Popular que él, que no intelectual, no tenía problemas en la vida porque sólo tenía que “darle a un botoncito en su escritorio y ya el problema del mejor talento para su emisora quedaba resuelto, porque basta la decisión y ya están aquí los mejores; yo solo, significo nada, importa más el talento”.

Como él es, rió a carcajada. No sé si lo advirtió pero me dejó pensativo. Reflexioné que generalmente dos o tres supersabios de cualquier país como el nuestro deciden el devenir de los demás bajo el entendido que los otros son estúpidos, idiotas de la peor condición. Y que él, sin esas dotes intelectuales, es un brillante generador de ideas. No sé si mucha gente sabe que, amén de producto mediático en el aire, el viejo Corpo tiene agallas empresariales tan grandes como cualquier genio de la informática. Sus emisoras y sus proyectos de TV siempre han sido ambiciosos, competitivos, porque no suele regatear esfuerzos.

Con la elección de Sergio y Mondesí he vuelto a pensar en las cosas de Corporán. Ellos, el artista y el pelotero, no provienen de pura raza intelectual, ni tienen culpa de ser lo que son. Después de todo, cuántos intelectuales no han sucumbido en la historia del Congreso y otras instituciones del Estado y empresas privadas sin representar con dignidad a sus comunidades. No tengo idea, pero asegure que son muchos.

Lo que importa al pueblo dominicano en este momento de confusión es cuánto aportarán ellos a sus comunidades y al país todo desde sus peldaños. Si tienen buenas intenciones, ya verán que, con las técnicas del viejo Corpo, harán un trabajo envidiable para la historia, porque dinero no hay para corromperles. Es decir, si alguien corrompe a esos tipos ricos, sugiero solemnemente el cierre del país y la formación de un comité de pelas, aunque sea de manera temporal, porque ya todo será posible. Cuando eso suceda, que Sergio cante y Raúl Mondesí vuelva a tronar en la Gran Carpa.