Con flores, velones y el amor que perdura y trasciende la barrera del tiempo, hijos, madres, viudas y parientes y  amigos visitaron ayer los cementerios,  prodigaron cariño y devoción a sus seres queridos muertos.

Las escenas de recordación acontecen durante la conmemoración del Día de los Fieles Difuntos, el que algunos conocen como el día de los muertos.

Es una tradición recordada en todo el país y a la que no la aminora ni la lluvia. Los cementerios más frecuentados en la capital del son el Nacional de la avenida Máximo Gómez, el Cristo Redentor, que es el más grande, y el de Cristo  Rey, en el sector del mismo nombre.

La novedad este año en el Nacional fue la visita sorpresiva del síndico del Distrito Nacional, Roberto Salcedo, quien regaló  flores y velones  a las personas presentes en el camposanto.

En este recinto también fue colocada una carpa en la entrada principal de la Máximo Gómez, debajo de la cual la joven vendedora Doris Saldivar ofrecía con dulces palabras a quienes ingresaban al cementerio en horas de la tarde.

Dentro, dominicanos, extranjeros, adultos y niños; personas con dinero, y desprovistas de recursos económicos, efectuaban lo que se constituye en el ritual de cada año: acercarse a la tumba o al nicho donde reposan los restos de sus seres queridos.

A las 3:30 de la tarde, las hermanas Alba, Nellys y Lourdes salían de un pasillo del Cementerio Nacional de la Máximo Gómez, donde el 19 de septiembre pasado sepultaron los restos de su madre Isabel Vólquez  y descansan los de su padre, Francisco Fernández, a quienes recuerdan con ternura.

En la manzana del frente, Ramona oraba por su madre Lourdes García.