Colombia: Militares dialogan con el enemigo 

Colombia: Militares dialogan con el enemigo 

BOGOTA, AP. La última vez que el gobierno colombiano trató de negociar la paz con la principal guerrilla del país, el proceso tropezó con la firme oposición de un general que consideraba a las FARC “bandidos, narcotraficantes y terroristas”.   

El militar se demoró en retirar sus tropas de la zona de seguridad designada por las autoridades para las guerrillas y se cuenta que desafió las órdenes de los civiles al disponer que aviones sobrevolasen la zona, asustando a los rebeldes.   

Ese general, hoy retirado, Jorge Enrique Mora Rangel, será uno de los negociadores cuando el gobierno se siente a dialogar con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) la semana que viene en Oslo.   

El ex presidente Andrés Pastrana (1998-2002) lo describió como “el colombiano más enemigo de la paz”. Sin embargo, el presidente Juan Manuel Santos sorprendió al incluirlo entre el grupo de cinco negociadores tras acordar los diálogos en busca de la paz con las FARC.   

Analistas dicen que Santos obró así porque necesita el visto bueno de los militares para sellar un acuerdo con los guerrilleros. 

El nombramiento no cayó bien en algunos sectores de la clase política que consideran que Mora no es la persona indicada para negociar la paz con las guerrillas, pero trajo alivio a viejos compañeros de armas del militar, en una muestra de las sutilezas y complicaciones asociadas con los diálogos de paz, según distintas entrevistas realizadas por Associated Press.   

Mora no respondió a pedidos de entrevista de la AP. En declaraciones a Caracol TV, no obstante, dijo que va a la mesa de negociaciones con una mente abierta.    “Yo creo que el 90, el 99% de las guerras que ha habido en la historia del mundo han terminado todas en una mesa de negociación y nosotros no somos la excepción”, manifestó.   

Soldados, coroneles y generales han sido condenados por homicidios y masacres. También han sido abatidos en combates y en campos minados a un ritmo de entre 400 y 700 por año entre el 2002 y el 2011, según los datos más recientes del Ministerio de Defensa.   

“Si no tenemos representación en la mesa de diálogos, nos negocian”, afirmó en tono enfático el general en retiro del Ejército Jaime Ruiz, presidente de la Asociación Colombiana de Oficiales en Retiro de las Fuerzas Militares (ACORE), aludiendo a su temor de que los militares se convierten en baraja o carta de intercambio en la mesa de negociaciones.

“Pero aunque no hay confianza (hacia la guerrilla), no podemos ir en contra de este proceso porque el país quiere la paz”, acotó. El 4 de septiembre, y rodeado de su alto mando militar y policial, en traje de fatiga en las rojas alfombras de la casa de gobierno, Santos les anunció a Colombia y al mundo que había llegado a un acuerdo marco con las FARC en La Habana para iniciar diálogos de paz.

Advirtió, sin embargo, que los operativos militares contra la guerrilla seguirían.    Un día después, Santos reveló los nombres de sus negociadores oficiales e incluyó en ese grupo al general Mora, comandante del Ejército de 1998 a 2002 y del 2002 al 2003 comandante de las Fuerzas Militares.   

Siempre tuvo fama de “militar tropero” o combatiente durante los 42 años de servicio, según ex compañeros de armas. Siempre, también, fue enemigo de las guerrillas y criticó con fiereza un fallido proceso de paz a fines de los 90.   

Mora “es el líder guerrero de un país en conflicto”, dijo otro general en retiro, Carlos Arturo Suárez, quien se hizo conocido por denunciar e investigar en 2008 a decenas de militares corruptos que asesinaban a humildes campesinos a los que después hacían pasar como delincuentes muertos en combate.   

Según cifras de la Fiscalía, unos 3.000 civiles fueron asesinados al menos desde inicios de los años 2000 mediante esta tenebrosa práctica. Unos 600 militares han sido condenados por esos casos. Otros 3.772 uniformados están vinculados a procesos judiciales por casos similares.

La mayoría de casos que implican a militares, dijo el general Ruiz, obedecen a que “la verdad es que la guerra jurídica la perdimos”.    Las fuerzas armadas sienten que las guerrillas acuden a los tribunales para contrarrestar sus derrotas militares, según ha dicho el ex ministro del Interior Fernando Londoño.   

El fiscal general, Eduardo Montealegre, dijo que eventualmente habrá que buscar una solución para los militares que son procesados por delitos cometidos con ocasión del conflicto y para los rebeldes, si se llega a un acuerdo de paz.   

“Podemos llegar frente a todos los actores del conflicto hasta un sistema en el cual existan penas alternativas a la privación de la libertad”, siempre y cuando hubieran sido crímenes cometidos con ocasión del conflicto armado, explicó Montealegre.   

Pero en ningún caso los que hayan incurrido en delitos de lesa humanidad –como secuestros y masacres– podrían participar en política o aspirar a cargos de elección popular, agregó el Fiscal. Es una de las papas calientes que se tendrá que resolver en la mesa porque ex rebeldes de otros grupos ya pacificados han dicho que los jefes de las FARC no solo no se ven en prisión, sino que aspiran a realizar una actividad política.   

Desde otra orilla, el general Mora es visto como un hombre guerrerista que siempre se ha opuesto a la paz negociada. Pastrana (1998-2002) recordó que durante el proceso de paz que él impulsó con esa guerrilla –de enero de 1999 a febrero de 2002– también sentó a un ex comandante de las Fuerzas Militares en la mesa de negociación con los rebeldes: el ya fallecido general del Ejército José Gonzalo Forero Delgadillo.   

Mora, en concepto de Pastrana, es el único de los cinco negociadores nombrados por Santos que no está de acuerdo con la paz en Colombia, al menos de forma negociada.   

Los otros cuatro negociadores oficiales son el ex vicepresidente Humberto De la Calle, el alto comisionado para la paz Sergio Jaramillo, el líder gremial Luis Carlos Villegas y el general en retiro Oscar Naranjo, quien fue director de la Policía entre 2007 y 2012. Las FARC ya nombraron también a sus cinco negociadores.   

Pastrana dijo que en su momento no destituyó a Mora de su cargo porque, si bien él era su máximo comandante, su jefe inmediato, el general Fernando Tapias lo respaldó y le sugirió que no lo relevara.

Tapia era el comandante de las fuerzas militares y jefe de Mora, por entonces comandante del Ejército.    El ex presidente Alvaro Uribe (2002-2010), por razones distintas, también criticó la participación de uniformados en los diálogos con las FARC.   

El ex mandatario, enemigo abierto de las FARC, consideró que la presencia de militares en la mesa de negociación es ponerlos al mismo nivel de los rebeldes. Es “poner a estos criminales (de las FARC) a la altura de contradictores legítimos. Y mientras estos criminales siguen asesinando a policías y soldados, sus ex comandantes están dialogando en una mesa”.   

La postura de Uribe ha causado polémica en Colombia y el presidente Santos, que fue su ministro de Defensa entre 2006 y 2009, ha expresado su extrañeza porque su antiguo jefe tomó distancia de su propuesta por la paz.   

El ex presidente conservador Belisario Betancur (1982-1986), el primero en intentar negociar con las FARC, descartó que las críticas de Uribe sean contraproducentes, pero apoya la presencia militar en la mesa y el diálogo como tal.   

“La actitud del presidente Uribe no me produce escalofrío porque soy enemigo del unanimismo (y) los unanimismos conducen o provienen de los fundamentalismos y, a mi juicio, todos los fundamentalismos conducen a las dictaduras”, dijo Betancur al destacar que no todos en el país tienen que estar de acuerdo con la propuesta de Santos.   

La presencia de un militar como Mora en la mesa de negociación es “un acierto” porque “la paz la firman… los combatientes”, indicó Betancur en entrevista telefónica.    Del otro lado ideológico pareció haber coincidencia con ese punto.   

Vera Grabe, ex senadora y ex guerrillera del pacificado Movimiento 19 de Abril o M-19, opinó que “es importante (la presencia de Mora) porque en la mesa de negociación se tienen que sentar los actores del conflicto armado”.   

“Uno la paz no la hace consigo mismo. La paz se construye entre personas que tienen posturas (distintas), entre personas que se han considerado enemigas”, observó. La de Mora no será una posición fácil en la mesa de negociación.

Así lo ve el general Ruiz, quien no se imagina a Mora sentado a centímetros con los enemigos de toda su vida. Por ejemplo, a los que él combatió en el pasado como Iván Márquez y Mauricio Jaramillo, dos de los seis integrantes del secretariado o máxima línea de mando de las FARC.  “No quisiera estar en los huesos del general Mora”, dijo Ruiz. “No es nada fácil”.   

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