Colombia, turismo de trasplantes y la Declaración de Estambul

Colombia, turismo de trasplantes y la Declaración de Estambul

Recientemente (octubre 29, 2009) leí un artículo donde aparecía el señor Ángel Lockward, Embajador Dominicano en Colombia, con un grupo de pacientes dominicanos que se encuentran viviendo en Medellín, Colombia, en espera  de  recibir un trasplante de órgano. En el artículo se explicaba  que ciento treinta y dos  dominicanos han recibido trasplantes de órganos en Colombia, especialmente riñón, hígado y pulmón. Desde el  momento que leí el artículo hasta ahora he tratado de recordar alguna ocasión que nuestro Embajador, con su larga vida pública al servicio del pueblo dominicano, haya expresado algún interés en las penurias de los pacientes dominicanos muriendo por la necesidad de un trasplante.

En mayo del 2008 se celebró una cumbre internacional en Estambul, Turquía, para tratar el tema de Tráfico de Órganos y Turismo de   Trasplantes. El Turismo de Trasplante se había hecho muy popular en países Asiáticos, del Medio Oriente y Sur América, por tal motivo las Sociedades Internacionales de Trasplantes y Nefrología convocaron dicha Cumbre. El resultado final de la cumbre es conocido mundialmente como la “Declaración de Estambul” y sus principios han sido adoptados por toda la comunidad Internacional de trasplantes. La Declaración define los términos de Tráfico de Órganos, la Comercialización de Trasplantes y el Viaje para Trasplantes.

El Viaje para Trasplantes se define como el traslado de órganos, donantes,  receptores o profesionales del trasplante fuera de las fronteras jurisdiccionales dirigido a realizar un trasplante. El Viaje para Trasplante se convierte en Turismo de Trasplantes si implica el tráfico de órganos o la Comercialización de Trasplantes, o si los recursos  (órganos, profesionales y centros de trasplantes) dedicados a suministrar trasplantes a pacientes de otro país debilitan la capacidad del país de ofrecer servicios de trasplantes a su propia población. Uno de los principios de la Declaración de Estambul  especifica que “las jurisdicciones, los países  y las regiones deberían luchar  por conseguir la autosuficiencia en la donación de órganos para suministrar un número suficiente de órganos procedentes del país a los residentes que lo necesiten”. Desafortunadamente la República Dominicana  no es autosuficiente ya que la actividad de donaciones cadavéricas está solamente empezando y tomará años alcanzar la autosuficiencia. Es decir que los pacientes sin un donante vivo para un trasplante de riñón o aquellos necesitando un trasplante de hígado, páncreas, corazón o pulmón tienen que buscar otros lugares para recibir el trasplante y de esta manera fomentamos nosotros el Turismo de Trasplantes. La Sociedad de Trasplantes de América Latina y el Caribe (STALYC)  en una reunión que tuvimos en Cartagena, Colombia, en marzo de 2008 emitimos un documento adhiriéndonos plenamente con la Declaración de Estambul y repudiando enfáticamente el Turismo de Trasplante. Nuestra labor en la República Dominicana  debe ser dirigida a concienciar a la población en la necesidad de aumentar las donaciones cadavéricas en una base altruista y al mismo tiempo ofrecer la cobertura económica a aquellos pacientes que necesiten un trasplante de órgano o tejido.

Ahora parece más claro decir  que cuando un médico se traslada desde Medellín a Santiago para un maratón de trasplantes está cometiendo lo que se llama Viaje para Trasplante y cuando decenas de dominicanos viajan a Colombia para recibir un trasplante hablamos entonces de Turismo de Trasplantes, ambas actividades son repudiadas  por todas las sociedades científicas internacionales. Recientemente a finales de octubre se celebró en Bogotá, Colombia, la VIII reunión de la  Red Consejo Iberoamericano de Donación y Trasplantes, en donde la República Dominicana participó con la presencia del Dr. Fernando Morales Billini, representante de la Secretaría de Salud. En dicha reunión se elaboró una declaración que en su primera recomendación pide a los países a “no generar expectativas, alentar ni facilitar los trasplantes de sus ciudadanos en otros países, debido a que esta práctica vulnera  los derechos de los pacientes del país receptor”.  Está claro que el  señor embajador dominicano en Colombia debe estudiar estos documentos  y evitar situaciones embarazosas para nuestro país.

Vale la pena decir que escribo estas páginas no  solamente como un dominicano preocupado por la reputación de su país pero también como Presidente (2010-2012) de la Sociedad de Trasplantes de Latinoamérica y el Caribe y miembro del recientemente formado (en Beirut, Líbano) Grupo de Custodia de la Declaración de Estambul.

Por último, quisiera dirigirme a nuestra Primera Dama para pedirle una audiencia con su servidor en compañía del Directorio de la Sociedad de Trasplante de América Latina y el Caribe,  representando los países de Argentina, Chile, Brasil, Venezuela, Colombia y México. Esta reunión tendría por objeto intercambiar impresiones y compartir información acerca de este tema con el fin de que sus esfuerzos humanitarios con los pacientes de trasplantes, no sean mal interpretados o distorsionados por algunos estamentos de la comunidad. 

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