Colores y contrastes

Colores y contrastes

Empecemos por lo muebles, de diseño pero ante todo funcionales, debemos elegirlos en tonos claros: el pino, la higuera o el peral son el tipo de madera apropiado para dar luz. Pueden ir incluso esmaltados en blanco, lo que no es conveniente en un apartamento interior es incluir muebles de roble o nogal.

Además del tono de los muebles, es fundamental combinar acertadamente éste con el de las paredes y el suelo, que será también claro, así como con el resto de elementos decorativos. Los muros deben ser blancos o en colores vivos pero en una tonalidad muy baja, como el vainilla o el “melocotón”. Un punto de amarillo, naranja o verde, otorgará una mayor viveza a tu hogar.

Si das rienda suelta a tu imaginación, puedes optar por pintar una de las paredes en un tono más subido, para crear contrastes y conseguir un resultado más divertido y atrevido. A pesar de todos estos consejos, no es cuestión de que la casa sea sólo blanca o en colores muy claros, ahí es donde entran en juego los complementos, aquellos detalles que por separado parecen insignificantes pero que en conjunto son la clave de un hogar acogedor.

Rojos, verdes, morados, naranjas,… colores vivos y llamativos para las alfombras, los cuadros, los cojines y las lámparas, una forma de romper con la monotonía y crear puntos de atención de la mirada. Sobre un sofá beis, no hay nada mejor que un cojín que mezcle tonos rojizos, verdes o malvas. Los contrastes también se pueden conseguir con un buen estudio de la iluminación. Existe en el mercado una gran variedad de lámparas y tubos fluorescentes que permiten elegir distintos tonos de luz, aunque en el caso de los pisos interiores siempre es recomendable inclinarse por los cálidos. En el salón o el comedor, es imprescindible contar con una luz ambiental y central situada en el techo, acompañada de alguna luz puntual junto al televisor o en los espacios de lectura.

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