Columpios engañadores

Columpios engañadores

La mayor parte de los políticos, en el mundo entero, hace lo posible por engañar “un poco” a los empresarios para así engañar “otro poco” a los sindicalistas; desde luego que también hay que engañar, en alguna forma, a los religiosos, para que no se disgusten los ateos. A los vaivenes de estas operaciones pendulares se les llama “astucias políticas”. Cada vez que se presenta una discusión acerca del salario o de los derechos laborales, el columpio de los engaños sube y baja, en el Congreso, en los partidos y, por supuesto, en los periódicos, en la TV, la radio.

Este ir y venir se ha bautizado eufemísticamente con el membrete de “la búsqueda de consenso”. Claro está que todos los asuntos de la convivencia son “conflictivos”. La resolución de dichos conflictos ha de ser por la vía de la avenencia democrática, siempre preferible a la violencia policial o a la guerra civil. “Hay que saber negociar”, sentencian muchos políticos con una sonrisa, cuando el tema de la discusión es el aborto, el divorcio, el matrimonio entre personas del mismo sexo. Saben que estos problemas no tienen solución posible: ni desde “las costumbres establecidas”, ni desde los preceptos religiosos o los principios de la moral. Son “realidades existentes” que sólo admiten la tolerancia o un reglamento “acomodaticio”.

Las polémicas sobre estos tres puntos –divorcio, aborto, matrimonio homosexual– continuarán hasta “la semana de los tres jueves”, no importa cuál “solución” legal se proponga o intente. Y los “prejuicios” seguirán vigentes. Los “verdaderos” problemas de los políticos son presupuestarios, de endeudamiento externo, de ingresos fiscales. Para las tres cosas el “consenso” se manipula, se empuja o se impone. Se recurre entonces a la propaganda, a las “relaciones públicas”, para engañar al público en general y eludir los especialistas. Después pretenderán “engañar la historia”.

Pero nada impide que las fuerzas contra-motines intervengan violentamente, cuando los columpios engañadores se elevan más de la cuenta y los pueblos se encrespan. Turquía, Grecia, Ucrania, Venezuela, son ejemplos recientes. En asuntos migratorios las habilidades engañatorias fueron extremadas en EUA, en África del Norte. El Presidente Obama, la Unión Europea, han “toreado” estos problemas. Ojalá que los dominicanos no imiten esa conducta deplorable.

 

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