Combatir el terrorismo local y globalmente

Combatir el terrorismo local y globalmente

Por SCOTT SHANE
WASHINGTON —
Cuando los líderes se reúnan en San Petersburgo para la reunión cumbre del Grupo de los Ocho, tendrán una semana de recordatorios frescos del papel destacado que pequeñas cantidades de extremistas violentos desempeñan en avivar el conflicto y controlar los acontecimientos globales.

El domingo, fuerzas especiales rusas mataron a Shamil Basayev, el hombre detrás de los ataques más horribles perpetrados por rebeldes de Chechenia. El martes en India, bombas sincronizadas en los atestados trenes de pasajeros de Mumbai, que se sospecha que son obra de separatistas cachemiros aunque no se ha probado, mataron a casi 200 personas. El miércoles, militantes de Hezbollah en Líbano, siguiendo el ejemplo del grupo palestino Hamas, montaron una incursión que capturó a dos soldados israelíes, y provocó una amplia reacción militar israelí que hundió a la región en una crisis.

Los extremistas distantes comparten una ideología de militancia islámica violenta, hostilidad hacia Occidente y una intolerancia viciosa hacia otros credos. Pero los acontecimientos de la última semana también sugirieron por qué la idea de “terrorismo global”, y la guerra contra el mismo, podría ser estratégicamente engañosa.

En ocasiones, estos grupos podrían vitorear los éxitos sangrientos del otro. Pero para los pistoleros de Hezbollah, el estatus de Cachemira no es de alta prioridad, y no se sabe que los militantes chechenos hayan conspirado para atacar a Estados Unidos.

Mientras que los separatistas chechenos y cachemiros operan en la clandestinidad, Hezbollah es una facción importante en el Parlamento libanés y controla varios ministerios, un estatus oficial en que el primer ministro israelí, Ehud Olmert, insistió al comentar el secuestro. “Quiero poner en claro que el hecho de esta mañana no es un acto terrorista”, dijo, “sino un acto de un estado soberano que atacó a Israel sin razón”.

Gregory F. Treverton, ex vicepresidente del Consejo de Espionaje Nacional del presidente estadounidense, dijo que esos grupos no son en algún sentido significativo parte de un movimiento único, aun cuando ocasionalmente pregonen su alianza con Al Qaeda o censuren a Estados Unidos. “Si uno analiza los acontecimientos de esta semana, es evidente que no todos encajan”, dijo Treverton, ahora analista de RAND Corp.

De hecho, la vasta mayoría de terroristas son provinciales en sus objetivos, dijo Robert A. Pape, científico político de la Universidad de Chicago. Su análisis de los ataques suicidas de 1980 a 2004 para su libro “Dying to Win: The Strategic Logic of Suicide Terrorism” (Morir para Ganar: La Lógica Estratégica del Terrorismo Suicida), encontró que 95 por ciento de los ataques mundialmente fueron motivados por el resentimiento por la presencia de tropas de combate extranjeras.

Llamar global al terrorismo islamita, dijo, “exagera la religión en contraste con los objetivos políticos”.

“No dudo por un momento que estos grupos compartan información”, continuó Pape. “No dudo que compartan dinero. Pero lo que los motiva principalmente son asuntos locales e independientes. En resumen, es el control político del territorio lo que los terroristas aprecian”.

No obstante las estadísticas de Pape, los ataques del 11 de septiembre destacan como el ejemplo principal de lo que el Presidente Bush inicialmente llamó “terroristas de alcance global”, aquellos cuyos objetivos trascienden cualquier disputa local y cuyas ambiciones son el asesinato masivo sin un objetivo inmediatamente práctico. La radicalización de Osama bin Laden involucró asuntos territoriales — tropas soviéticas en Afganistán y luego tropas estadounidenses en Arabia Saudita — pero su organización finalmente adoptó el terrorismo no como un medio sino como un fin.

Además, se ha necesitado un esfuerzo global por parte de agencias militares y de espionaje estadounidenses y aliadas para destruir mucha de la capacidad de Al Qaeda para operar. La etiqueta, Guerra Global contra el Terrorismo, tiene una claridad que ha resultado útil al transmitir la ambición de la campaña, reunir apoyo internamente y reclutar aliados en el extranjero.

William Kristol, editor de The Weekly Standard, defiende vigorosamente la fórmula. “Hubo conflictos locales al margen de la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial”, dijo. “Pero eso no significa que no hubiera un combate central. Muchos de estos grupos locales tienen nexos entre sí.” Algunos chechenos, dijo, han sido atrapados combatiendo en Afganistán. Así que un motivo de queja territorial local en ocasiones puede motivar a un radical a unirse a la jihad verdaderamente global, dijo Kristol.

Sin embargo, la tentación de describir todas las guerras contra los jihadistas como una causa común puede dificultar que los estadounidenses protesten por los excesos de otros países en los combates locales que insisten son sus propios frentes en la guerra global, por ejemplo, la guerra de Rusia en Chechenia.

“Otros países disfrazan sus acciones como ‘la guerra contra el terrorismo’, y pasamos un momento difícil condenandolo”, dijo Paul R. Pillar, un analista retirado de la CIA que fungió como oficial de espionaje nacional para Cercano Oriente y Sur de Asia de 2000 a 2005.

Para los críticos del gobierno estadounidense, el peligro de igualar la guerra global contra el terrorismo con amenazas regionales está en evidencia en Irak.

“No había jihadistas en Irak antes de que invadieramos”, dijo Daniel Benjamin, quien formó parte del Consejo de Seguridad Nacional del gobierno de Bill Clinton. “Ahora hay miles, iraquíes y extranjeros, y van a ser un problema pedurable porque muchos han adoptado la agenda jihadista global”. Dijo que dio la bienvenida a un giro que ha visto en el lenguaje de Bush, alejándose de las descripciones amplias del enemigo. “A largo plazo”, dijo, “tenemos interés en apagar diplomáticamente algunas de estas jihads locales, que están alimentando a la jihad global”.

Durante la Guerra Fría, un debate conceptual similar se encendió ocasionalmente. ¿El comunismo era una amenaza global monolítica? ¿O en algunos lugares era un credo vago, exprsado en variaciones locales a menudo fraguado por intereses nacionales?

Los europeos a veces criticaron al anticomunismo estadounidense como poco sofisticado, y la oratoria estadounidense sobre la guerra contra el terrorismo provoca críticas similares, aun cuando cooperen estrechamente con Estados Unidos en asuntos de seguridad, como lo hicieron en la Guerra Fría.

“Los europeos no están convencidos del concepto de terrorismo global como una idea estratégica y política”, dijo Olivier Roy, experto francés en terrorismo.

Cuando se le enfrenta con esos argumentos, Kristol dice: “Es una guerra. Es global. Y es acerca de radicales islámicos que están tratando conscientemente de crear una red terrorista mundial”.

De hecho, los importantes ataques en Madrid, España, y Londres, desde 2001, llevados a cabo por células locales cuyas opiniones fueron forjadas por Al Qaeda, no se adaptan al perfil de Pape de la disputa territorial local. Pero Roy insiste en que a esos grupos se les combate mejor ayudando a los musulmanes a obtener la ciudadanía plena e involucrarse políticamente.

“Eso es exactamente lo opuesto”, dijo, “a declarar una guerra global contra el terrorismo islámico”.

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