Comentan pastoral toca tema haitiano

Comentan pastoral toca tema haitiano

POR LEONORA RAMÍREZ S.
La propuesta de los obispos dominicanos, de que se establezca un diálogo entre Haití y República Dominicana para mitigar la crisis que afecta a ambos países, por el tema de la masiva migración haitiana, es considerada como positiva y atinada por el historiador Franklyn Franco y por Antonio Pol Emile, director ejecutivo del Centro Cultural Dominico-Haitiano.

El diputado Pelegrín Castillo opinó diferente

El legislador de la Fuerza Nacional Progresista (FNP), expresó que la recomendación tiene buenas intenciones, pero que es inaplicable dada la inestabilidad política que existe en el vecino país.

A propósito de la celebración del Día de la Altagracia, la Conferencia del Episcopado Dominicano emitió una carta pastoral en la que aboga por  la convivencia pacífica entre ambas naciones, y porque se inicie un  proceso de conversación encabezado por los gobiernos dominicano y haitianos de cara al problema migratorio.

En ese sentido, Franco refirió que esa posición es oportuna y orientadora porque las relaciones domínico-haitianas han entrado en un nivel de deterioro muy grave y peligroso, por lo que el documento del Episcopado puede contribuir con el establecimiento de un clima de armonía entre las dos naciones.

Las relaciones entre Haití y República Dominicana se mantuvieron tensas en el 2005 por los actos de violencia protagonizados por dominicanos y haitianos ilegales, principalmente en la frontera y las provincias Espaillat y La Vega.

Como un efecto cascada continuaron por las protestas realizadas por haitianos frente al Palacio Presidencial de Haití,  mientras el Presidente Leonel Fernández se reunía, el 12 de diciembre de ese año, con su homólogo Alexander Boniface.

El diez de enero del 2006 la muerte de 24 haitianos, que se asfixiaron en la camioneta que los transportaba hacia el país, derramó la copa de la crisis. Sobre ese aspecto Franco consideró que en el informe presentado por las autoridades, sobre los responsables de ese tráfico de personas, no estarían incluidos los verdaderos culpables.

Al referirse al diálogo que sugiere la iglesia católica dijo que no solamente deben estar representantes oficiales, sino también las organizaciones que han estado manifestando públicamente su preocupación por la situación de los últimos tiempos.

«El problema migratorio haitiano, las características que hoy tiene, se debe a la indiferencia de los  últimos gobiernos  sobre la explotación de haitianos que estimulan los grandes empresarios de la construcción y del sector agrícola», destacó.

UNA DISCUSION BILATERAL

Pol Emile manifestó que la propuesta de los obispos ha sido muy atinada, sobre todo en este momento en el que se necesitan voces autorizadas y equilibradas para hacer este tipo de proposiciones.

«El tema de las migraciones, específicamente de Haití hacia República Dominicana, no debe ser tratado de manera unilateral, sino que debe haber voluntad para que los  dos gobiernos se aboquen a la búsqueda de una solución de la crisis, porque eso obedece a una realidad de los dos países que no se puede manejar de manera distorsionada e inadecuada».

A su entender, la inestabilidad política de Haití no debe impedir que se ese diálogo entre los dos gobiernos, porque en esa nación existen unas autoridades provisionales, y las representaciones diplomáticas funcionan.

PRIMERO HAY QUE ESTABILIZAR HAITI

Para Castillo el documento del Episcopado Dominicano es correcto, pero a su juicio la realidad es mucho más compleja, pues para que haya entendimiento entre los dos gobiernos tiene que haber una situación de institucionalidad, «pero lamentablemente en el caso de Haití no  hay ni habrá por mucho tiempo un  interlocutor adecuado».

Porque en el vecino país, explicó, el gobierno no tiene fuerza ni legitimidad, y aunque se firmen acuerdos no está en condiciones de cumplir con nada de lo que pacte.

«Uno de los puntos débiles de la política exterior del país, en los últimos años, ha sido precisamente sentarse a discutir con Haití sobre una serie de materias, como la migratoria, con la conciencia de que ese país no está en condiciones de cumplir con ningún acuerdo». Sobre ese aspecto destacó que la política exterior del país debería estar orientada a lograr el compromiso internacional con la reconstrucción de la vecina nación, porque el problema migratorio tiene que estar  enmarcado en un concepto más amplio y realista, que es el contexto de la crisis  internacional del Estado haitiano.

«Pero Estados Unidos, Francia, Canadá y los organismos  internacionales quieren mantener la ficción de que los problemas de Haití son de gobernabilidad democrática, y de que la crisis entre los dos países es sólo migratoria, que se puede manejar con el diálogo, cuando la realidad es que este no tienen sentido porque Haití no está en condiciones de cumplir con nada».

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