Comer tarde y dormir poco influye en el peso corporal

Comer tarde y dormir poco influye en el peso corporal

SANFERMINES 2005: PAMPLONA (NAVARRA) 10-07-05. Durmiendo en las calles de Pamplona tras disfrutar de una intensa noche en estas fiestas de San Fermín 200. EFE/JESUS CASO

Comer tarde repercute en las bacterias de nuestro organismo y puede provocar problemas metabólicos y riesgo de obesidad. Pero también dormir pocas horas se asocia a ganar peso al afectar al ritmo circadiano, el ciclo del día y la noche de nuestro organismo, un cambio de ritmo que han observado en un estudio, publicado en la revista científica “The Faseb Journal”, centrado en diez mujeres, de 22-23 años y de constitución delgada, que comieron lo mismo, pero una semana a las 14.00 y otra semana a las 17.30 horas.
Este estudio, que ha contado con la participación de los equipos de Garaulet en la Universidad de Murcia y del investigador Frank Scheer de la Universidad de Harvard, demuestra que se invierte completamente el patrón del ritmo de las bacterias que, “en solo una semana, se adaptan en su composición, diversidad y abundancia en función de la hora de la comida cambiando así su ritmo”, según la especialista.

Ese cambio en la hora de comer de una semana a otra puede tener sus consecuencias fisiológicas en las personas. “Los ritmos que se asocian a comer tarde son más obesogénicos, más inflamatorios. Y, además, podría explicar en parte por qué cuando las personas comen tarde pierden menos peso en un tratamiento dietético”, señala la doctora en una entrevista con Efe.

Y sobre todo se observa en las bacterias orales. La saliva es importante porque con ella tragamos millones de bacterias que colonizan el intestino. “Se ha demostrado, según un estudio reciente publicado en “Science”, que esas bacterias orales que tragamos influyen de forma importante en la inflamación del intestino y en enfermedades como la de Crohn”, indica Marta Garaulet. “De esta manera estamos explicando por qué comer tarde en la comida principal, en la del mediodía, que supone un 45 % de la energía del día, es una entrada masiva de energía y la bacteria se adapta y esa adaptación, cuando es muy tarde, puede asociarse con problemas metabólicos”.
Dormir poco. “Actualmente dormimos unas seis horas y media frente a las nueve horas de sueño de los años 70”, advierte la investigadora Marta Garaulet, cuyo equipo de investigación también colabora con la la Universidad de Harvard, en varios estudios relacionados con el sueño.

Dormir poco se asocia con mayor riesgo de obesidad al afectar al ritmo circadiano (el ciclo del día y la noche) de nuestro organismo. “Las ocho horas sigue siendo el estándar medio para dormir y tener un buen estado metabólico”, explica la experta en crononutrición, la disciplina que estudia los ritmos biológicos de los seres vivos y su relación con la alimentación.
Para estudiar cómo incide el sueño en nuestro metabolismo, el equipo de Garaulet ha analizado el tejido adiposo humano, la grasa, que cultivan en una placa y observan como varía el ritmo de la insulina a lo largo del día y la noche. La insulina es una hormona que interviene en los procesos metabólicos y, principalmente, en el metabolismo de los carbohidratos.
“Un ritmo diario amplio, que sube y baja, es un ritmo saludable y se asocia a menos obesidad y a más salud. Pero hemos observado que ese ritmo se aplana, disminuye, se estropea al dormir poco o cuando nos acostamos muy tarde”, apunta Garaulet, quien concluye: “Aquellos que duermen nueve horas tienen el ritmo de insulina con más amplitud, más saludable que los que duermen menos horas, lo que a la larga puede influir en que se tenga menos propensión a sufrir diabetes”.

Por tanto, la corta duración del sueño se asocia con un mal ritmo circadiano y con problemas metabólicos y propensión a la obesidad, afirma la investigadora.

El teléfono móvil, supresor de la melatonina. Para Marta Garaulet, la luz por la noche, cuando debería primar la oscuridad, es uno de los factores que más está influyendo en acortar nuestras horas de sueño.
La luz eléctrica y el uso de dispositivos como el ordenador y el móvil retardan nuestro centro del sueño, lo que hace que nos cueste conciliar el sueño y que nos levantemos a veces cansados, agotados, por no dormir un número de horas suficientes, o por despertarnos durante la fase del sueño más restaurador. “Sobre todo afecta al sueño la luz del móvil. Es una luz directa, cercana, blanca.
El móvil es un desincronizador de nuestro reloj biológico, ya que suprime la melatonina.

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