Comerciante maduro con veinteañera

Comerciante maduro con veinteañera

Mi amigo, comerciante ricachón aproximándose entonces a los sesenta años de edad, divorciado, levantó una veinteañera, sobre cuyos encantos hablaba con exaltada admiración.

-Tiene piernas contemplables y admirables- decía- ojos de un azulito tímido, y un cuerpo con más curvas que una carretera entre montañas. Y, a diferencia de otras mujeres hermosas, es inteligente y culta.

Ante un amigo común que le dijo en mi presencia que las jóvenes que se meten en amores con matusalénicos, lo que buscan son ventajas materiales, replicó de inmediato.

-Te fuiste de nalgas con esa presunción, ya que le he ofrecido desde dinero en efectivo, pasando por vestidos y joyas, hasta viajes al extranjero, y no ha aceptado nada.

En Centro Cuesta del Libro, donde me presentó su presunto estuche de virtudes, comprobé que no estaba enceguecido por la pasión al enumerar los encantos físicos de la amada de escasos abriles.

Durante varios meses no vi, ni tuve noticias del solvente galán otoñal, por lo que me sorprendió su llamada telefónica bordeando la media noche.

– Mario- voceó apenas escuchó mi ¡hola!- tienen razón quienes dicen que el viejuco, y hasta el viejevo, que se enreda sentimentalmente con una muchachona,  tiene que estar preparado para, tarde o temprano, sacar un fracatán de papeletas de la cartera. Hay que añadir nueve jovencitas al noventa por ciento de chicuelas explotadoras de matusalénicos que mencionó nuestro sabiondo amigo.

-¿Cambió tu jevita su aparente desprendimiento inicial?- pregunté, por simple curiosidad.

-Completamente- afirmó, con tono despechado-. A ese aparente desinterés inicial que mencionas, siguió una angurria, una pedidera, un dar la pela de picoteador de parque, o de funeral de personalidad.

-Siempre sacamos experiencias de estos percances- afirmé, más por decir algo que por real convicción.

-Y más con jovenzuelas como ésta, quien repitiendo que demostró que no era explotadora de hombres, posteriormente exhibía esta especie de currículo, para señalar que si pedía ahora era porque tenía reales y graves problemas económicos. Para no aburrirte con mi cháchara, te diré que si no hubiera puesto fin a estos amores, me hubiera arruinado.

Me disponía a hablar pensando que había concluido su exposición, pero se fue adelante.

-Ahora sé que en materia de mujeres es mejor invertir en carnes flojas de añejadas,  que en duras de edad biológica; algo diferente a lo que ocurre en mis colmados con las de pollo, de cerdo, y de res.

Riendo a carcajadas, colgó el auricular sin despedirse.

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