En la lógica del peledeísmo en el poder, como ha quedado harto demostrado, el control de todos los poderes del Estado es un medio y a la vez un fin, en su propósito abierto y declarado de gobernar este país hasta –por lo menos– el 2040. Por eso no podía esperarse un comportamiento distinto a la hora de elegir a los nuevos miembros de la Cámara de Cuentas, el órgano superior de control externo de los recursos públicos, que un senador de la oposición definió como “mas de lo mismo” debido a los vínculos de los escogidos con el partido oficial. Pero esta vez las críticas no se han concentrado en el hecho previsible de que el PLD volviera a aplicar su receta de colocar personas afines en las instituciones que tienen que ver con la fiscalización de los recursos públicos, sino por no haber designado a una sola mujer a pesar de que había varias, y muy competentes, en las ternas propuestas al Senado, además de que la Constitución obliga a que se exprese la equidad de género en su composición. Desde luego, las feministas pegaron de inmediato el grito al cielo, y ya anunciaron, a través de la conocida activista Sergia Galván, que recurrirán a los tribunales para hacer que se cumpla el mandato constitucional. Culpas son, por supuesto, del peledeísmo en el poder, al que ya no le basta estrujarnos en la cara, con la desfachatez del que se sabe en control “de todos los poderes”, el afrentoso comesolismo que los ha llevado a privatizar, en su propio beneficio, el Presupuesto Nacional.