Esta columna aboga siempre porque el gobierno emprenda una planificada y pro activa actitud, que impulse la siembra del campo dominicano, como la única y segura manera de enfrentar la elevación de los precios de los alimentos; políticamente peligroso pues el estómago no razona ni espera.
Es harto repetitivo que el incremento en el exterior de los costes de la soya, maíz y sorgo afectaron la producción de los pollos y los cerdos. A éstos los remató la Fiebre Porcina Africana, inclinando el consumo hacia el ave de corral.
El panorama aconseja que el Ministerio de Agricultura adquiera en el extranjero semillas certificadas de maíz y sorgo, arrancando de inmediato con el arado y la siembra a nivel nacional.
El maíz puede perfectamente intercalarse con el cultivo de la habichuela. El país cuenta con las planicies necesarias para producir sorgo.
Mientras este proceso se desarrolla, la importación de alimentos se torna en un imperativo estratégico.