Comiendo con su dama

Comiendo con su dama

Leonel Fernández, Presidente de República Dominicana, es quien más se ha beneficiado de la crisis que ha sufrido Haití. Está en estos momentos comiendo con su dama en relación con los gobernantes del área caribeña, comunicándose en inglés y francés con una naturalidad que espanta.

Leonel ha demostrado que sabe aprovechar la ventaja que le da encabezar el Estado dominicano, con autoridad y habilidad en el manejo de estas situaciones. Igual lo hizo durante la Cumbre del Grupo de Río en marzo del año pasado.

Viajó hasta Puerto Príncipe a raíz del terremoto despojándose de la habitual corbata para llegar a territorio haitiano sin avisarle siquiera al presidente René Preval. Así, desde el lugar de los hechos, en medio de una gran crisis, trataba de convertirse en el principal referente de cualquier solución en esa sufrida nación. Con esa actitud contribuyó enormemente a corregir la imagen negativa que en algunos países se le atribuía a República Dominicana en relación con Haití. Leonel hubiera preferido ser aceptado por los países poderosos como el árbitro de la zona, pero las históricas contradicciones entre República Dominicana y Haití se lo impidieron.

Anduvo por la capital haitiana solamente con su abundante escolta, notándose la ausencia de sus Ministros. Funcionarios que, con dos excepciones, no hablan inglés, ni francés y balbucean un castellano muy discutible. Que no son capaces de resolver problemas en situaciones normales, menos aún en una crisis como la de aquella catástrofe. Quizás esa soledad del poder es lo que Leonel prefiere para que nadie empañe su estrellato actual.

Ahora bien, que Leonel actúe ahora como artífice para el reconocimiento del gobierno de Honduras, producto de un golpe de Estado anti democrático es una aventura de alto riesgo. Involucrarse como garante podría darle beneficios tácticos aunque también pudiera provocarle perjuicios estratégicos porque lo aísla de los gobiernos progresistas del continente. La mediación de Leonel tiende a justificar y legalizar el golpe de Estado contra el presidente Manuel Zelaya, al tiempo que le saca las castañas del fuego al gobierno cómplice de Obama. El presidente Fernández no puede ignorar que para alcanzar la reconciliación, el agresor tiene que expresar remordimiento, pesar y arrepentimiento por el daño causado. Para esto debe admitir públicamente su delito y hacer el compromiso de no reincidir en esas acciones. Luego de una justa sanción de la sociedad debe admitirla, purgar la pena y resarcir el daño causado. Mientras estos pasos no se cumplan, no puede haber reconciliación entre el agresor y el agredido. Y los golpistas hondureños no han cumplido con uno solo de los requisitos.

La crisis regional surgida de la catástrofe haitiana y del golpe de Estado en Honduras ha evidenciado la falta de liderazgo del Partido Revolucionario Dominicano (PRD). Sus dirigentes principales han demostrado carecer de representatividad política y de falta de visión a largo plazo en cuanto al papel de nuestro país en el área del Caribe. La supuesta oposición política dominicana languidece pensando más en los contratos de construcción que pudieran obtener en Haití que en la cosecha electoral que puede lograrse en las elecciones congresionales y legislativas de mayo próximo.

Un factor muy importante para la política nacional dominicana reside en que la reunión de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD) para establecer la ayuda a Haití será celebrada, a petición del presidente Preval, en Santo Domingo en abril de 2010, un mes antes de las elecciones congresionales y municipales. El anfitrión será el presidente Fernández y asistirán a ese evento los representantes de los países más industrializados. Esto así, los medios de comunicación de todo el mundo tendrán enfocada su atención en Leonel Fernández quien, sin lugar a dudas, hará galas de su erudición acostumbrada en este tipo de eventos. Si a esa proyección le sumamos la indigencia política de los dirigentes perredeístas, aumentan las posibilidades de que en las venideras elecciones el PLD obtenga mayores ganancias que las que tiene previstas.

Y con un control casi total de las cámaras legislativas, no habría que dudar que la Constitución de la República sea nueva vez modificada para que el imprescindible Leonel pueda perpetuarse en el poder político de la nación dominicana.

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