POR CARMEN HEREDIA DE GUERRERO
PROGRAMA: «Alborada del Gracioso»- Maurice Ravel
De su primera etapa impresionista, se incluyen sus composiciones para piano de la colección «Miroirs» -Espejos-. «La Alborada del Gracioso» -versión orquestal- la cuarta de esta colección, compuesta entre 1904 y 1905, es una especie de serenata matinal, que se ejecuta al romper el alba en honor a un individuo o para celebrar un festival.

Las alboradas abundan en el repertorio folclórico español desde el siglo XV, y se corresponden con la «aubade» francesa y la «Mattinata» italiana.

En 1918, Ravel realiza una versión orquestal de su Alborada, que ha conseguido mayor popularidad que la original. Como en tantas otras orquestaciones de sus piezas para piano, Ravel se destaca por el dominio excepcional de la instrumentación. Los ritmos compuestos y coloridos glissandos al principio y final de la pieza, son vivas danzas que imitan el rasgueo de guitarras. Destaca el solo de fagot, que interpreta el payaso falto de amor.

«NOCHE EN LOS JARDINES DE ESPAÑA» -MANUEL DE FALLA

El vibrante y sugestivo ritmo español que deslumbra en las composiciones de los ballets «El sombrero de tres picos» y «El amor brujo» de Manuel de Falla, se encuentra también presente en su obra para piano y orquesta «Noches en los jardines de España». Esta obra consta de tres partes: «En el Generalife», «Danza lejana» y «En los jardines de la Sierra de Córdoba». Según el autor, estas composiciones son impresiones sinfónicas, «la música no pretende describir nada, sólo recoger impresiones», de lugares de su región natal, Andalucía.

«SUITE IBERIA» – ISAAC ALBÉNIZ

«Evocación», «El Puerto» y «Corpus Christi en Sevilla». En esta suite para piano, Albéniz emplea temas de la música popular andaluza y fusiona el colorido español, con la técnica sonora francesa. En «Evocación» primer número, que sirve de introducción a la suite, sugiere el ambiente y atmósfera en que se desarrolla la obra. En «El Puerto», segundo número, la música describe con tres danzas andaluzas, una fiesta en el puerto de Santa María. El tercero de los cuadros de «Iberia», «Corpus Christi en Sevilla», es una evocación de las procesiones, el repique de campanas y el canto de la «saeta», propios de esas ceremonias religiosas.

«Iberia» es una obra poética, pintoresca y de grandes dificultades técnicas para el pianista.

«BOLERO»- MAURICE RAVEL

«Bolero» es una composición lograda como pocas, calculada por la mente de un maestro supremo en el arte de la orquestación, arrebatadora en su ritmo sostenido y en su mágico crescendo. La orquesta que se emplea aquí es enorme, utilizándose instrumentos como el «oboe de amor», tres saxofones, dos fagotes, contrafagot, cuatro cornos, cuatro trompetas, una de ellas en Re, –instrumento excepcional en la orquesta-. La temática de «Bolero», simple, consta de dieciséis compases y un subtema que es una variante del primero.

El efecto de «Bolero» es logrado por el refinamiento con que Ravel trata cada uno de los instrumentos, haciéndolos rendir al máximo. El «crescendo» avasallante, dura literalmente desde el comienzo hasta el final. La monotonía se hace suspenso, se hace tensión casi insoportable, se hace finalidad en sí. Al inicio no suena nada más que el ritmo fundamental de la obra, el ritmo de un bolero español, «pianissimo» en los tambores, la flauta trae la melodía por primera vez. El esquema se repite, se repite siempre en otros instrumentos y en diferentes tesituras. Incesantemente crece la marea, azuzada por los frenéticos ritmos de la batería, la tensión sube lentamente y en el más ensordecedor «fortísimo», Ravel introduce el único cambio armónico de la obra. Luego, sin transición, en pocos momentos más y en una orgía desenfrenada, singular y sensacional, sobreviene el fin.

«Bolero» fue compuesto originalmente para un ballet, idea de la bailarina Ida Rubinstein, pero la música tan original y expresiva, se ha mantenido mucho más viva que el ballet.

Bibliografía: Honolka, Ravelo, Pahlen.