Comienza un cónclave histórico para elegir al sucesor de Benedicto XVI  

Comienza un cónclave histórico para elegir al sucesor de Benedicto XVI  

CIUDAD DEL VATICANO. AFP.  Los 115 cardenales electores se aislarán este martes en la Capilla Sixtina en un cónclave histórico para escoger al sucesor de Benedicto XVI, el primer papa que renuncia a su cargo en 700 años, en un momento en que la Iglesia enfrenta graves desafíos.

Los purpurados se instalaron a partir de las 700 locales seis en la Casa de Santa Marta, la residencia dentro del recinto del Vaticano, en la que vivirán residirán totalmente aislados del mundo exterior hasta que hayan decidido quién será el 266º sumo pontífice. 

A esa hora había ya miles de personas haciendo cola ante la basílica de San Pedro, donde a las 10: locales debe comenzar la misa matutina «Para la elección del Romano Pontífice» oficiada en latín por el decano del colegio cardenalicio, el influyente ex secretario de Estado del Vaticano, Angelo Sodano, ante representantes del cuerpo diplomático y fieles.

Esta ceremonia inaugura el ritual de un cónclave estrictamente pautado para el que no hay un favorito claro, aunque se barajan una decena de nombres de cardenales, todos ellos más o menos conservadores, como el italiano Angelo Scola o el brasileño Odilo Scherer, arzobispo de Sao Paulo, considerado el candidato de la curia y que podría convertirse en el primer papa de América. 

Los cardenales dedicaron la última semana a esbozar el perfil del próximo líder de los 1.200 millones católicos bautizados del mundo, a partir de los desafíos que deberá afrontar en un mundo cada vez más secularizado.

Aun así, se ignora cuánto durará este cónclave, aunque si la historia del último siglo sirve de referencia, no debería prolongarse más de cinco días. 

A las 16 y 15, los cardenales vestidos de púrpura se reunirán en la Capilla Paulina para una oración, tras la cual se dirigirán en procesión a la Capilla Sixtina, cantando letanías antes de entonar el himno «Veni Creator Spiritus», que invoca al Espíritu Santo para que les guíe en su decisión.

«¡Todos fuera!»  La clausura total comenzará cuando tras el grito «Extra omnes» (¡Todos fuera!), se retiren las personas ajenas al cónclave y se cierren las puertas de la capilla, quedándose solos los cardenales se prestan juramento de silencio sobre todo lo que allí se diga- ante los majestuosos frescos de Miguel Ángel.

A partir de ese momento, la única indicación que tendrá el resto del mundo de lo que ocurre dentro del cónclave será el humo que desprenda la chimenea situada a la derecha de la Basílica de San Pedro. 

Los cardenales votarán cuatro veces al día a partir del miércoles, aunque pueden decidir efectuar una primera ronda en la tarde del martes, como ocurrió en el último cónclave hace casi ocho años. 

«Después de la meditación, es posible que los cardenales electores lleven a cabo una primera votación, que difícilmente es exitosa por ser la primera», declaró el lunes el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi.

En ese caso, la fumata será negra. Pero cuando un candidato alcance los 77 votos necesarios para ser elegido y acepte asumir esa la responsabilidad, el humo será blanco y estará acompañado por el repique de las campanas de San Pedro, seguido por el resto de las iglesias de Roma.

El nuevo pontífice elegirá entonces el nombre con el cual quiere gobernar y vestirá por primera vez la sotana blanca para ser presentado a Roma y al mundo y pronunciar su primer mensaje «urbi et orbi» desde el balcón del Palacio Apostólico.

Sea quien fuera el elegido, el nuevo papa deberá hacer frente a importantes retos, empezando por la situación inédita de vivir a escasos metros de su predecesor, tras la inesperada renuncia  Benedicto XVI por «falta de fuerzas» para seguir cumpliendo con su misión.

También deberá llevar a cabo importantes reformas después de los escándalos que estallaron durante el último pontificado, como el de los abusos sexuales a menores o «VatiLeaks», la filtración de documentos personales del pontífice que reveló una trama de abuso de poder en la Curia Romana, el gobierno central del Vaticano

A estos problemas, se suma una pérdida de influencia de la Iglesia debido a la disminución de fieles y a las críticas de una parte de los católicos por hacer oídos sordos a los pedidos de cambios del mundo moderno sobre el papel de la mujer y los métodos anticonceptivos.  

 

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