Community Colleges pueden impulsar crecimiento

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STERLING HEIGHTS, Michigan, EE.UU. AP. Fitzpatrick Manufacturing Co. es una fuente de empleos de alta tecnología que produce piezas súper precisas usadas en campos que van desde robótica hasta la industria aeroespacial y exploraciones petroleras. El Macomb Community College está a unos pocos kilómetros de la planta en este suburbio de Detroit.   

A veces es difícil determinar dónde acabo uno y comienza la otra.   

Los 93 empleados de Fitzpatrick están saliendo y entrando constantemente a Macomb, tomando clases pagadas por la compañía. Y tan frecuentemente van los instructores de Macon a Fitzpatrick a ofrecer lecciones sobre la tecnología utilizada allí que la compañía construyó un aula, que ahora exhibe 250 diplomas y certificados que se han ganado sus empleados.   

El presidente de Fitzpatrick, Kevin LaComb, describe lo que ofrece la escuela como un centro de capacitación a la medida de sus necesidades, exactamente lo que necesitan sus trabajadores para mantener una ventaja de calidad sobre competidores extranjeros de bajo costo.   

“Tú les dices lo que deseas y básicamente en unos pocos días tienen un instructor”, dijo. “Otra gente dice: `Esto es lo que ofrecemos, no podemos desviarnos de lo que hacemos’. Macomb prepara justamente lo que queremos”.   

Los community colleges, escuelas de enseñanza terciaria básica, con cursos de dos años, aún no reciben el financiamiento de las universidades, pero están ganando peso.

El propio presidente Barack Obama los puso en el candelero hace algunos meses cuando dio a conocer su presupuesto en un community college en Virginia que ha visitado ahora cuatro veces. El presidente dijo en broma que ha estado en el campus tantas veces que está apenas a tres créditos de graduarse.   

¿Por qué toda la atención? Una de las razones es que los llamados empleos de “aptitudes medias” en lugares como Fitzpatrick — que requieren más que enseñanza secundaria, pero no necesariamente un título universitario — parecen ser la fuente más prometedora de combustible para reanimar la economía.

Datos federales muestran que esos empleos representan aproximadamente la mitad de todos los empleos, e incluso cuando el desempleo superaba 10% a nivel nacional el año pasado, un sondeo realizado por el Instituto de Manufactura concluyó que dos terceras partes de las empresas manufacturares reportaron escasez de trabajadores calificados para contratar. Ese tipo de entrenamiento es la especialidad de los 1.167 community colleges del país.   

Pero la otra razón importante es la velocidad y agilidad de esas instituciones. Comparado con otros sectores de educación superior, los community colleges se han vuelto más emprendedores, flexibles y receptivos. Aquí en el área de Detroit y en otras partes del país, muchos han dominado el arte de mantenerse al tanto de tecnologías rápidamente cambiantes y preparar con presteza currículos en campos que apenas surgen.   

La mayoría de los maestros no son profesores de plaza fija, sino profesionales escogidos de diversos campos. Y pueden intervenir en unas pocas semanas, ganando reputación como la única sección de la educación superior que opera a la misma velocidad que los sectores privados.   

En Michigan, donde el desempleo alcanzó un pico de 14,1% en el 2009, pero desde entonces ha caído a 9,3%, líderes esperan que la agilidad de los community colleges acelere la recuperación manufacturera.

A cambio, los impuestos estatales generados por las nuevas posiciones van a parar a las escuelas por dos años, y a partir de entonces a los cofres del estado. Las autoridades están tratando de levantar un límite de 50 millones de dólares para de esa forma poder progresar en la lista de compañías que desean participar.   

Muchos estudiantes de Michigan que estudian en ese sistema solían trabajar en compañías conocidas para la mayoría de los estadounidenses: Electrolux, Alcoa, Whirlpool, y, por supuesto, las tres grandes empresas automovilísticas y la compañías que les proveen piezas.

Las compañías en las que ahora se entrenan para empleos son menos conocidas: BioDri (energía alternativa), Trans-Matic (estampado de metales), Oxus America (concentradores de oxígeno). Usualmente, esas compañías son más jóvenes, pequeñas y necesitan entrenamiento especializado que es útil solamente para ellas o un sector muy estrecho.   

“Para empresas pequeñas y medianas que generan muchos empleos en esta economía, desarrollar ese tipo de entrenaniento para cinco o diez empleados que van a contratar no es económicamente factible”, dijo Rachel Unruh, directora asociada de la Coalición Nacional de Entrenamiento, una coalición de desarrollo de la fuerza de trabajo.   

Es para esas empresas que son importantes los community colleges. Las compañías grandes son igualmente agradecidas de la rápida respuesta de esas instituciones.

Cuando la planta de Dow Chemical en Midland, a unas dos horas de aquí, está lista para aumentar la producción en su unidad de procesamientos químicos, llama a Patricia Graves en el Delta College, quien a su vez comienza a llamar a una lista de estudiantes interesados para preguntarles: “¿Cuándo puedes comenzar?”.   

Muy pronto, se establece un programa especializado de entrenamiento en operaciones químicas en Delta. Doce semanas más tarde, virtualmente todos los graduados comienzan a trabajar para Dow Chemical u otra de las grandes plantas en el área. Ahora, la escuela ofrece versiones de estudios para otras operaciones de Dow en el área, incluyendo un programa de seis días para manufactura solar y uno de 10 semanas sobre baterías.   

Thomas Bailey, director del Centro de Estudios de Community College en el Colegio de Maestros, en la Universidad de Columbia, dice que piensa que esos programas especializados pueden ser exitosos si son bien enfocados, pero ha habido pocos estudios al respecto.   

Una preocupación: Si el entrenamiento es enfocado demasiado estrechamente en compañías específicas, y no otorga créditos, los trabajadores pudieran verse varados con conocimientos no transferibles si la empresa fracasa. 

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