Cómo acompañar a un ser querido tras una pérdida

Cómo acompañar a un ser querido tras una pérdida

Plaza de la Salud.
Los tanatólogos nos indican que lo primero que debemos hacer frente al dolor de alguien es “quitarnos los zapatos”. Dicho gesto representa, de manera simbólica, una señal de respeto porque nos estamos acercando a un lugar sagrado.
Todos los días nos enfrentamos a diferentes tipos de pérdidas, desde las materiales, a las que muchas veces nos aferramos, divorcios, separaciones u otras tan terribles e irreversibles como la muerte de un ser querido, un cambio de residencia, la pérdida de un empleo, de una mascota, de la salud física o mental… los secuestros, suicidios y las violaciones que amenazan nuestra ciudad diariamente; incluso, la perdida por aquellos sueños que no llegamos a alcanzar constituyen diferentes tipos de duelos.
Cada caso será transitado de manera individual a un ritmo propio; a este proceso se le denomina ‘elaboración del duelo’. El mismo podrá ser en algunos casos largo, lento y triste, como cualquier proceso, este no es estático ni lineal. La intensidad con la que se experimente el duelo dependerá siempre del tipo de pérdida y de las características propias de cada persona en particular. Elaborar el duelo significa ponernos en contacto con el vacío que ha dejado la pérdida.
La tanatología nos sirve de guía o apoyo para enfrentar el tema de las pérdidas y la realidad de la muerte, de paso nos sitúa paradójicamente también frente a la vida misma invitándonos a vivirla más intensamente con responsabilidad y sentido. Constituye una invitación que nos motiva a transmutar el dolor, otorgándole un significado diferente para poder seguir adelante.
Hoy en día existe amplia bibliografía e investigaciones sobre el tema que tratan de describir y proporcionar un abordaje efectivo; sin embargo, no es posible generalizar o estandarizar sistemáticamente este proceso ya que todo el mundo tendrá una manera diferente de experimentarlo. Tratar de consolar a los que transitan este camino de dolor recurriendo a frases repetidas y que no tienen mucho sentido, puede ser algo completamente fuera de lugar; tratar de decir algo cuando no hay nada que decir, o que nos pueda devolver lo perdido puede resultar contraproducente, incluso peligroso.

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