¿Cómo afecta al crecimiento un tipo de cambio sobrevaluado?

¿Cómo afecta al crecimiento un tipo de cambio sobrevaluado?

POR ADOLFO MARTÍ GUTIÉRREZ
Los tipos de cambio envían señales determinantes y oportunas a la economía de un país. Por eso, políticas apropiadas sobre el tipo de cambio promueven la viabilidad de la balanza de pagos y pueden ser poderosos instrumentos de estabilización económica.

Pero también tienen ciertas importantes implicaciones a largo plazo para el desarrollo económico. Así, de la misma forma en que la producción de un producto aumenta cuando su precio en relación con el de otros aumenta, un incremento semejante puede ser causado por variaciones del tipo de cambio en una economía.

En la literatura económica ha quedado claramente demostrado (independientemente de su localización geográfica o nivel de ingresos) que los agricultores reaccionan vigorosamente a los incentivos de precios. Es por eso que sabemos que el tipo de cambio afecta al precio de los bienes comerciables (exportables e importables), y por tanto a los agricultores les resultará de oportunidad inmediata decidir cuáles son los cultivos a desarrollar y qué parte le dedicarán a otras actividades, además de que, en el desarrollo de cultivos, pueden conocer qué parte se ha de destinar al mercado y qué parte se ha de guardar para su propio consumo.

La realidad es que con el tiempo, nos guste o no, la participación de la economía dominicana en el mercado ha seguido bajando para muchos productos primarios. De querer invertir esta tendencia, lo único hasta ahora decisivo son los tipos de cambio realistas. Así, si las señales de los precios tienen tan poderoso efecto sobre las decisiones de producción de los agricultores, con mayor razón deben influir en las decisiones de los empresarios del sector no agrícola.

REGÍMENES CAMBIARIOS

Son bien concluyentes las pruebas de que las decisiones para producir (¿qué? ¿cuánto? ¿para cuál mercado?) y para consumir (¿productos nacionales? ¿importados?), así como también las decisiones para ahorrar e invertir, están influidas por los tipos de cambio realistas, es decir, por los tipos de cambio nominales ajustados a las tasas relativas de inflación. De este modo, los tipos de cambio desempeñan una parte decisiva en el crecimiento económico de un país.

De acuerdo con los regímenes cambiarios actuales, los países son libres de adoptar el sistema del tipo de cambio de su elección, sea flotante, vinculado a otra moneda, o a una cesta de monedas, etc. En algunos países se sigue una política flexible del tipo de cambio y la sobrevaluación de la moneda nacional puede ocurrir independientemente del sistema cambiario en vigencia.

Frecuentemente las presiones internas tienen por resultado la inflación, que se refleja en los precios y salarios de los bienes internos. A medida que los precios internos aumentan más de prisa de lo que la moneda se deprecia, crece asimismo la sobrevaluación de la moneda. En tal situación, si las tasas de interés internas son atractivas para los ahorradores internos, más lo serán todavía para los ahorradores externos.

La inflación que experimente un país también puede ser resultado de muchas otras causas tales como los auges de precios de los productos primarios de exportación o los súbitos aumentos en las entradas de capital. Pero a menudo los países en desarrollo no dejan que el tipo de cambio nominal se ajuste plenamente para que refleje los mayores costos. Y es así que el tipo de cambio real se valoriza. Como el nuevo tipo de cambio no es ya un tipo de cambio considerado de equilibrio, los gobiernos intentan restringir las importaciones y para lograr esto, se encuentran de frente con la disyuntiva entre reducir la actividad económica mediante políticas monetaria y fiscal, o bien establecer controles cuantitativos a las importaciones.

Si se persigue por tiempo suficientemente largo, el primer procedimiento (a través de una política económica restrictiva) es claramente adverso al crecimiento económico, al paso que el segundo, que supone controles, lleva a una asignación de recursos desacertada, como también a un menor crecimiento. Una tercera opción es aumentar notoriamente los derechos (impuestos) de importación, la cual no se utiliza con tanta frecuencia como los controles cuantitativos de importación porque estos últimos tienen un efecto más predecible sobre la cantidad de importaciones. Los gobiernos pueden, naturalmente, aumentar su endeudamiento o valerse de las reservas en el Banco Central para financiar el déficit y ajustar el tipo de cambio valorizado, pero tal cosa se hace insostenible al cabo de algún tiempo.

De este modo, la sobrevaluación cambiaria de una moneda nacional puede pues conducir a restricciones cuantitativas (tales como las cuotas de importación), las cuales aumentarán el costo de las importaciones, o bien, si las importaciones siguen libres por un tiempo, a un déficit de balanza de pagos insostenible y a una definitiva devaluación real.

Lo que ha sido harto demostrado es que las restricciones cuantitativas son la manera usual como los gobiernos han podido sostener la sobrevaluación del cambio por un período de tiempo cualquiera. Pero, cuando los países han estado en capacidad de endeudarse en el exterior en grandes cuantías, la sobrevaluación cambiaria se ha podido sostener durante meses o aún años, como fue el caso de Argentina, Chile y Uruguay antes de la crisis de la deuda en 1982. Por otra parte, con frecuencia se constituyen poderosas presiones políticas a favor de la sobrevaluación de una moneda nacional en razón de los beneficios que van a parar a grupos particulares (tales como importadores o consumidores de importaciones). Estos beneficios, como se ha hecho observar, son temporales, pero pueden durar por un período de tiempo considerable.

No es fácil determinar en la práctica es en qué momento la valorización del tipo de cambio se convierte en sobrevaluación. Y esto así porque la noción de equilibrio cambiario en una economía es esquiva, sobre todo cuando las tasas de interés pueden estar todavía lejos del equilibrio. Y un equilibrio solamente se puede definir en relación con cierto objetivo, como por ejemplo cuando se busca lograr una tasa dada de crecimiento de las exportaciones y el Producto Interno bruto (PIB) a la luz de las probables entradas de capital. También es de considerar como una señal práctica de peligro la baja participación que pueda tener un país en las exportaciones mundiales.

¿Cómo afecta al desarrollo económico un tipo de cambio sobrevaluado? … ¿y por qué los gobiernos a menudo tan renuentes a restablecer un tipo de cambio realista? Las siete proposiciones que siguen se proponen destacar algunas de las principales consecuencias de la sobrevaluación, sobre todo en cuanto a afectan al desarrollo.

CONSECUENCIAS DE LA SOBREVALUACIÓN DE LA TASA DE CAMBIO

1. Atentan contra las exportaciones: es obvio que la sobrevaluación de una moneda nacional mina la rentabilidad de las exportaciones y, en casos en que afecte a los precios, disminuye el incentivo de otros países a importar de ese país con un tipo de cambio sobrevaluado, incidiendo en el propio núcleo del proceso de desarrollo. Aún allí donde las exportaciones constituyen una pequeña porción del PIB, una escasez de divisas puede refrenar el crecimiento de toda la economía. Un tipo de cambio real sobrevaluado pone en peligro los incentivos para producir, no solamente exportaciones sino también en sustitutos de importación. Los intentos de contrarrestar la propensión anti-exportadora de un país mediante una política de subsidios pueden resultar insostenibles porque han aumentado el déficit fiscal.

2. Perjudican a la agricultura: las modificaciones del tipo de cambio real han tenido mucha mayor repercusión sobre los incentivos y la producción agrícola que toda otra política de precios agrícolas de un gobierno. Esto se debe a que el efecto del tipo de cambio ha sido más profundo que el del mecanismo de apoyo a los precios, con lo que se tiene una declinación en los precios relativos. Por ello, el impacto de una sobrevaluación en la agricultura se mide a través de tres efectos: 1) por la migración del campo a la ciudad; 2) por la necesidad de importar comestibles, ejerciendo presión sobre la balanza de pagos; y 3) por la falta de incentivos al sector. Los tipos de cambio sobrevaluados ponen en peligro los incentivos de la silvicultura, minería, agroindustrias e industrias básicas. Al hacer las importaciones relativamente más baratas, por lo menos temporalmente, la sobrevaluación no solamente discrimina en contra del desarrollo de tecnologías nacionales apropiadas, sino que además, mediante las importaciones más baratas de bienes de capital, estimula métodos de producción relativamente intensivos en el uso del capital, desestimulando con ello la creación de empleo.

3. Estimulan las importaciones: ya que, en general, se estimula la demanda de divisas que resultan relativamente más baratas. Este efecto se multiplica si el público cree que el gobierno no estará en capacidad de sostener el tipo de cambio por mucho tiempo y las gentes compran más divisas para aprovechar el precio relativamente bajo. Aumentarán así las importaciones y los gastos en turismo en el exterior. La mayor demanda de divisas presionará las reservas y aumentará las necesidades de endeudamiento. Finalmente, la sobrevaluación genera presiones en el sentido de más controles a la importación, y la competencia por importaciones se desplazará del campo económico al político.

4. Desestabilizan la cuenta de capital y a menudo precipitan crisis de la deuda: pues la sobrevaluación (que con frecuencia es resultado de políticas de base incoherentes) ejerce presiones sobre la cuenta corriente de la balanza de pagos. Estas se pueden contrarrestar temporalmente mediante flujos de capital compensatorios. Un gobierno puede estar en capacidad de aumentar el endeudamiento para financiar importaciones de bienes de consumo. Pero ante las necesidades mayores de endeudamiento, que reflejan un déficit en cuenta corriente en expansión (y, por lo general, disminución del ahorro interno) la carga del servicio de la deuda aumentará llegándose finalmente a una crisis.

5. Producen protección frente a las importaciones: pues debido a que la sobrevaluación hace que las importaciones sean más baratas, generan presiones por parte de las industrias amenazadas (las que compiten con las importaciones) buscando mayor protección. Si el gobierno cede (cosa que casi siempre ocurre) la nueva estructura de protección va a ser probablemente menos propicia a la asignación eficaz de los recursos, y enemiga del crecimiento. Las estructuras protectoras erigidas, en parte como respuesta a la sobrevaluación, han fomentado a su turno la sobrevaluación crónica, lo cual se debe, por otra parte, a que los aranceles y las restricciones cuantitativas a las importaciones desaniman la demanda de divisas al aumentar el precio de los bienes y servicios extranjeros; por otra parte, el acceso racionado a las divisas se traduce en un tipo de cambio que está más sobrevaluado que el que hubiera estado vigente si la demanda de moneda extranjera no se refrenara mediante la protección. Las dos cosas se refuerzan mutuamente: la sobrevaluación genera presiones a favor de la protección contra las importaciones; la protección contra las importaciones perpetúa la sobrevaluación.

6. No contribuyen a refrenar la inflación: pues constituye una de las mayores lecciones de la gestión de una política económica incorrecta. Importaciones más baratas provocan que los gobiernos recurran a la política cambiaria intentando contener la inflación. Pero este enfoque presenta dos graves problemas: primero, si bien aumenta la oferta agregada que determina el costo de la vida, su peso en la economía en ocasiones no repercute sobre la medición de la inflación; en segundo lugar, aunque los tipos de cambios devaluados se las arreglen para disminuir la inflación, la inevitable devaluación consiguiente anula los «beneficios» de la sobrevaluación. Eso ocurre cuando la inflación interna supera a la tasa de devaluación ajustada a la inflación internacional.

7. Fomentan la economía rentística: pues al engendrar presiones en el sentido de más protección, la sobrevaluación aumenta las rentas (esto es, los ingresos generados debido a una escasez creada artificialmente) de los que tienen acceso a las licencias de importación. Lo cual también es así para los que tienen acceso a créditos externos (relativamente baratos). Además de ser menos eficiente y menos conducente hacia el crecimiento, la economía rentística estimula las utilidades privadas a expensas del bienestar público. Más generalmente, la sobrevaluación estimula la politización del proceso económico, desde el punto de vista de una economía privada, y esto, a su vez fomenta la separación entre los que tienen poder político y el resto de la población.

 

El autor es economista y profesor universitario.

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