¿Cómo analizar la distribución
del ingreso en la economía? (I de II)

¿Cómo analizar la distribución <BR>del ingreso en la economía? (I de II)

POR ADOLFO MARTÍ GUTIÉRREZ
Estudiar la forma en que se distribuyen los ingresos totales de una sociedad resulta de sumo interés para un análisis clave de políticas públicas. Unos mismos ingresos totales pueden distribuirse de modo muy diferente en unas sociedades o en otras, lo cual obviamente tiene repercusiones muy directas sobre el consumo y la calidad de vida de sus habitantes.

Así, el debate actual muestra no pocos escépticos acerca de las ventajas del crecimiento económico: algunos se empeñan en sostener que éste no llega a los más pobres, o que sus beneficios arriban en menor medida a los que menos poseen, acentuando así las diferencias preexistentes. Es por eso que, al ser muy lenta la reducción de la pobreza, los países necesitan analizar las posibilidades de las políticas públicas de reducir la desigualdad económica y social a través de efectos redistributivos.

Desde el punto de vista técnico, sin embargo, el problema de la desigualdad de ingresos presenta no pocos desafíos. Su análisis requiere censos o encuestas de amplia base muy confiables, con información sobre ingresos monetarios y no monetarios y con mediciones repetidas a lo largo del tiempo que mantengan los mismos criterios metodológicos. Por tales razones no ha sido posible revisar hacia las épocas en que se inicia el desarrollo moderno, el análisis de los problemas de desigualdad que hoy se miden a través de los diversos índices e indicadores de mayor aceptación.

DIFERENCIA ENTRE POBREZA Y DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO

En el contexto del análisis del bienestar de una sociedad y sus cambios a través del tiempo, suele mezclarse y confundirse, los conceptos de pobreza y de distribución. Aún cuando dichos conceptos se encuentran relacionados, en términos analíticos y prácticos presentan características distintas. La teoría supone que el bienestar de una sociedad aumenta con el nivel de ingreso (por tanto cae con la pobreza), y disminuye con altos niveles de desigualdad de los ingresos. Siguiendo a Atkinson (1987), tanto la pobreza como la desigualdad son relevantes y la superación de una no involucra necesariamente el mejorar la otra. La desigualdad a veces se estudia como parte de análisis más amplios que incluyen pobreza y bienestar, destacándose las metodologías que analizan la diferencia entre ingresos promedios, la desigualdad por estratos de ingresos entre personas y la diferencia entre los ingresos de ricos y pobres dentro de un país o entre países.

Así, la desigualdad es un concepto más amplio que el de pobreza, ya que se define sobre la base de una concepción de la distribución completa, no centrándose sólo en la distribución de individuos o familias que viven por debajo de una determinada línea de pobreza. Cuando se mide la desigualdad, los ingresos en la parte alta y media de la distribución pueden ser tan importantes como aquellos situados en la parte baja. Del mismo modo, la desigualdad es un concepto más estricto que el de bienestar. A pesar de que estos dos conceptos incluyen la entera distribución de un indicador, la desigualdad es considerada independientemente de su promedio y se halla asociada solamente con la dispersión de la distribución.

CÓMO MEDIR LA DESIGUALDAD DE INGRESOS

Aún cuando existe una gran variedad de indicadores de desigualdad, no existe uno que sea comúnmente aceptado, ni tampoco que sea necesariamente mejor que el resto. Cada indicador tiene ventajas y el uso conjunto de una serie de indicadores permite obtener una mejor evaluación de los cambios ocurridos en una distribución.

La desigualdad se entiende de diferentes maneras. Es sujeto de debate si la desigualdad debe incluir conceptos éticos, como el deseo de un sistema particular de incentivos o si simplemente significa diferencias en ingresos. Normalmente, el concepto de desigualdad se entiende como la dispersión de una distribución, sea del ingreso, como del consumo o de algún otro indicador de bienestar o atributo de una población. Según Banco Mundial, es obvio que la pobreza y la desigualdad están fuertemente relacionadas: “dado un ingreso medio, cuanto más desigual es la distribución del ingreso, mayor será el porcentaje de la población que vive en pobreza”.

La desigualdad del ingreso se ha analizado utilizando la descomposición factorial del ingreso total o en base a la desigualdad del ingreso laboral, según sea la disponibilidad de información. Sin embargo, una buena parte de los estudios que se han realizado toman en consideración el problema de la distribución del ingreso sólo en determinada coyuntura económica. En cambio, la realidad señala que la disparidad de ingresos es un tema estructural que conforma indicadores determinantes de los niveles de desigualdad. En teoría es de suponerse que en el análisis que determina la distribución factorial del ingreso deben considerarse las tenencias de tierra, trabajo y capital, analizando la evolución de los retornos de mercado de cada uno de esos activos. Debido a que ello no es posible lograrlo fácilmente en la práctica, a lo que tradicionalmente se recurre es a utilizar descomposiciones en el ingreso o gasto laboral, analizando en qué medida la heterogeneidad de los ingresos de las personas se deriva de la heterogeneidad de su acervo de capital humano. Por último, se explora el impacto que pueden tener sobre la desigualdad en su conjunto los cambios en la participación del ingreso del 1%, 5% y 10% superior de la distribución.

Tradicionalmente se utilizan tres conceptos de desigualdad en los ingresos: (1) la desigualdad de los ingresos promedios (desigualdad entre países); (2) la diferencia entre los ingresos de los ricos y los pobres dentro de un país (deciles, quintiles y sus cambios, la Curva de Lorenz o el Coeficiente de Gini); y (3) la desigualdad de los ingresos entre personas (desigualdad global).

El concepto de desigualdad que más se relaciona con la frase de que “los ricos están volviéndose más ricos” es la desigualdad entre países, que se refiere a la desigualdad de los ingresos promedio. Medida de esta manera, la desigualdad entre países ha aumentado en las últimas décadas, llegándose a describir el llamado “auge de la divergencia”. Los ingresos promedios de las naciones avanzadas han seguido incrementándose, mientras que en el otro extremo de la distribución, en muchos países se han estancado o han disminuido. Esta medición no necesariamente significa que se ha incrementado la desigualdad de los ingresos dentro de los países. La desigualdad dentro de los países ha aumentado en muchos casos, pero se ha mantenido estable en muchos otros.

Entre las medidas de desigualdad más usadas se encuentra también la Curva de Lorenz, que permite apreciar toda la distribución del ingreso y a su vez permite calcular el Coeficiente de Gini. La Curva de Lorenz muestra qué porcentaje acumulado del ingreso es percibido por cada porcentaje acumulado de la población. Este segundo concepto que busque expresar la diferencia entre los ingresos de los ricos y los pobres dentro de un país, es típicamente medida utilizando el Coeficiente de Gini, que va de 0 a 1, y en el que los valores menores indican más igualdad. Este coeficiente es particularmente sensible a cambios en la parte media de la distribución. Esto significa que variaciones en la distribución del ingreso en los segmentos más ricos, así como en los más pobres, no son capturados adecuadamente por este indicador.

Una modalidad para obtener la diferencia entre los ingresos de los ricos y los pobres dentro de un país es a través del análisis de deciles, quintiles y sus cambios. Un decil se define como el 10% de la población. Análogamente, un quintil se define con el 20%. Esta metodología ordena la cantidad de personas de una economía en forma ascendente en función al ingreso que éstas posean. Así, al tomar el primer decil (o quintil) y calcular su ingreso medio y/o acumulado, se obtiene una medida de la participación relativa de este grupo en el total de los ingresos de la sociedad. Indicadores de desigualdad tradicionales consideran las razones entre el último decil (quintil) y el primero. Estos indicadores muestran cuántas veces es la diferencia de la participación de los ingresos de los más ricos de una sociedad respecto de los más pobres. Adicionalmente, si consideramos las razones entre los deciles (quintiles) inmediatamente contiguos podremos apreciar si la desigualdad es “homogénea en la población” o se concentra en algún grupo en particular.

El tercer concepto (desigualdad global) es un enfoque que se utiliza para medir la desigualdad en ingresos con equivalencias. Concentra la desigualdad de los ingresos existente entre las personas (decil/quintil) y las compara entre países. Al tratarse a cada país como una observación (como en el primer concepto) se extrae la ponderación de cada país en el cálculo de la desigualdad global.

Y es que plantear y analizar el tema de la distribución del ingreso en una economía ha sido permanente e imperioso. Pero las formas y medidas en que deben preocuparnos las brechas de desigualdad difieren notablemente. En un extremo, hay quienes sostienen que no corresponde preocuparse demasiado por la desigualdad, pues sostienen que el verdadero problema “no es la desigualdad, sino la pobreza”. Según este punto de vista, a lo largo de la historia el progreso económico tiende a beneficiar a casi todos. Si bien algunos aducen que la desigualdad que surge del hecho de que los ricos mejoren su situación más rápidamente que los pobres no constituye un problema, otros admiten que la desigualdad (particularmente la disparidad entre el ingreso de los muy ricos y los muy pobres) es considerada uno de los principales defectos del capitalismo y los mercados. Lo que si parece claro es que, con la difusión de la democracia, el nivel de desigualdad dentro de los países es cada vez más una opción que se ejercerá en los procesos electorales.

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