¿Cómo analizar la distribución del
ingreso en la economía? (II de II)

¿Cómo analizar la distribución del <BR>ingreso en la economía? (II de II)

POR ADOLFO MARTÍ GUTIÉRREZ
Es conocido que la falta de oportunidades y de capacidad de generación de ingresos en un país son factores determinantes de la pobreza y la desigualdad en la distribución del ingreso. Las oportunidades para obtener fuentes de ingresos estables y suficientes dependen del nivel educativo de la persona, de sus condiciones de salud y de las características del mercado de trabajo.

Por ello, para mejorar las condiciones de vida de sus habitantes, un país puede evaluar el impacto de las políticas y analizar la calidad del crecimiento en diferentes periodos de tiempo a través de indicadores que reflejen la desigualdad de ingresos entre los hogares.

Para calcular la distribución nacional de ingresos y gastos en un país es imprescindible comparar y analizar las tendencias que puedan surgir fruto de las estadísticas del mercado de trabajo. Es de reconocer, sin embargo, que la comparación de los diversos estudios pudiera crear dificultades al tiempo de definir ingresos y gastos, cruzar fuentes de información, así como seleccionar indicadores de desigualdad. Es necesario también considerar informaciones relativas al aporte monetario de las remesas y transferencias, las cuales pueden afectar sensiblemente el patrón de comportamiento entre los deciles (quintiles) de la estratificación de los hogares. La intención puede ser analizar la desigualdad o dispersión de ingresos o gastos en un momento en el tiempo o realizar comparaciones en distintos periodos o a lo largo del tiempo.

CARACTERÍSTICAS DEL MERCADO DE TRABAJO

Entre el conjunto de informes del Banco Central de la República Dominicana se destacan los indicadores del mercado laboral que permiten monitorear el comportamiento del mercado de trabajo. Dicha información se basa en la elaboración de encuestas trimestrales que describen la población económicamente activa (PEA) ocupada y desocupada, su clasificación y la composición según los dominios de estudio (rama de actividad económica, categoría o grado ocupacional, nivel educativo, zona geográfica o grupos de edad). De igual manera, la información detalla los ingresos de la población en función a las horas trabajadas por deciles, los ingresos por rama de actividad económica, y la población ocupada formal, informal y declarante de ingresos.

La fuerza económica laboral de la República Dominicana presenta una tasa global de participación de 54.7%, una tasa de ocupación de 45.4% y una tasa de desocupación ampliada de 17.0% (que incluye personas disponibles para trabajar, aún no busquen trabajo, y la PEA). Estos indicadores son reflejo de una población donde el 45.3% ha logrado sólo un nivel de educación primaria, con ingresos bajos y mayormente empleada en el sector privado (42.5%). La población activa se encuentra principalmente ocupada en el área de servicios (22.3%), en el comercio al por mayor y menor (20.7%), y en el sector agrícola y ganadero (15.7%). El grado ocupacional de esos sectores económicos está mayormente representado por trabajadores no calificados (20.4%), trabajadores de servicios (18.6%), y operarios y artesanos (15.7%).

DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO DOMINICANA

Utilizando las estadísticas referentes al mercado de trabajo entre los años de 1991 y 2003 puede llegarse a analizar la distribución del ingreso por deciles entre los habitantes que se encontraban ocupados (trabajando en el mercado de trabajo), según la rama de actividad económica. De este modo, para los años antes y después de la Encuesta Nacional de Gastos e Ingresos de los Hogares (ENGIH) de 1998, podemos contrastar resultados interesantes. De una cobertura del 45% de la población ocupada en el año 1991 se desprende que el primer decil de la población, el 10% más pobre, tenía entonces una participación de un 2.0% del ingreso total de la población, mientras que el 10% más rico participaba con el 32.6% del ingreso. Esto quiere decir que el 10% más rico ganaba 16.4 veces lo que ganaba el 10% más pobre.

Así, los indicadores laborales parecen indicar que la brecha de desigualdad en los ingresos de las familias ocupadas (trabajando en el mercado de trabajo) mejoró de manera cíclica entre 1995 y 2001. Las brechas de desigualdad económica del 10% más pobre han evidenciado características cíclicas, creciendo en algunos años y decreciendo en otros. Pero a partir de 2003 la desigualdad aumenta. Los ingresos de los más ricos se incrementaron en 12.2% con respecto a 2003 y 8.9% con respecto a 1998, mientras que los ingresos de los más pobres han decrecido en 16.6% con respecto a 2003 y 25.0% con respecto a 1998. Es así que los resultados del mercado de trabajo resultan desfavorables para la clase más pobre con respecto a años anteriores, al indicar que el 10% de los más ricos gana 22.4 veces lo que ganan los más pobres.

Un análisis temporal de la concentración de ingresos laborales a nivel nacional entre 1991 y 2003, utilizando datos estrictamente comparables a partir de la Encuesta de Hogares del Banco Central, permite emplear como variable de análisis el ingreso por trabajo para los asalariados con 40 o más horas de trabajo por semana. En esa distribución, las tres principales ramas de actividad que incorporaron mayor cantidad de horas trabajadas en el 10% más pobre fueron el sector de transporte y comunicaciones (57.56), explotación de minas y canteras (50.49), y las del comercio al por mayor y menor (47.93). En el 10% más rico, las tres principales ramas de actividad estuvieron concentradas en el sector de electricidad, gas y agua (44.40), industrias manufactureras (41.10), y en la rama de intermediación financiera y seguros (38.96).

La economía dominicana evidencia mayor grado de desigualdad de ingresos en la medida en que la economía se transforma de un sector primario (agroexportador) a un sector de servicios (bancos, seguros, turismo, etc.). Así, relacionando los ingresos promedios por horas trabajadas se tiene que las tres áreas en las cuales están concentrados los ingresos del 10% más pobre del país es en la agricultura y la ganadería calificada (30.5%), en trabajadores no calificados (25.2%) y en operadores y conductores (8.1%). Por su parte, las ocupaciones en las cuales están concentradas la mayor parte de los ingresos del 10% más rico es como gerentes y administradores (59.8%), profesionales e intelectuales (30.9%) y en los técnicos de nivel medio (11.6%).

LA DISTRIBUCIÓN DE GASTOS

A partir del Tomo III sobre “Gastos e Ingresos de los Hogares” de la Encuesta Nacional de Gastos e Ingresos de los Hogares (ENGIH) de 1998 puede derivarse el consumo final de los hogares. El documento precisa la poca conveniencia de considerar para el análisis los gastos de consumo, debido a la subestimación de la información. No obstante, la parte más importante a destacar es aquella que describe la composición o finalidad del gasto de las familias dominicanas. En esencia, el 33.2% del gasto de las familias es dedicado a alimentos, bebidas y tabaco; 15.9% a transporte, 9.3% a vivienda, 7.9% a vestuario y calzado; 7.6% a muebles, accesorios y equipos domésticos; 7.2% a hoteles y restaurantes; 6.7% a bienes y servicios diversos; 5.4% a educación; 4.1% a salud; y solo 2.7% a diversión, entretenimiento y cultura. Puede también destacarse que, en sentido general, las familias dominicanas destinan el 77.7% de su gastos totales a gastos de consumo. Estos porcentajes varían según los dominios de estudio, pues en el Distrito Nacional representa el 82.0%, en el Resto Urbano 77.5% y en el Resto Rural 70.2%. 

Cuando se analizan los gastos corrientes por hogar y quintiles de ingreso, los resultados de la ENGIH indican una relación directa con los ingresos. De este modo, el informe dice que “los hogares de altos ingresos tienen un gasto corriente total 4.9 veces mayor que el registrado por los de menores ingresos y solo en el caso de los quintiles 4 y 5, este gasto supera el promedio por hogar registrado a nivel nacional. La distribución del gasto corriente por hogar y por quintiles revela, que al adicionar a los gastos de consumo final de los hogares, las transferencias sociales en especie para obtener el gasto de consumo final efectivo, se cumple que, a medida que el nivel de ingreso aumenta, la proporción de este tipo de gasto disminuye. Este análisis por quintiles de ingreso muestra también que los gastos de consumo final guardan relación directa con los ingresos de los hogares. De esta manera, en el quintil 5 el consumo final resulto cinco veces mayor que el del quintil 1, lo que sugiere un consumo de bienes y servicios de mejor calidad”.

UN ANÁLISIS DE MEDIANO PLAZO

Las estimaciones de indicadores de desigualdad para las distribuciones de ingresos y gastos encontradas previamente no permiten hacer comparaciones que brinden una idea clara de cual ha sido la evolución de la desigualdad en el mediano y largo plazo, debido a diferencias en la cobertura y definiciones de cada una de las variables. Así, la falta de indicadores de ingresos o gastos comparables en el tiempo ha hecho imposible el análisis formal de los cambios en las distribuciones de estos indicadores de bienestar.

De igual manera es común encontrar en la literatura económica confusiones que tienden a considerar que un aumento en la pobreza está asociado, necesariamente a una mayor concentración de los ingresos y viceversa, que mayor concentración es sinónimo de mayores tasas de pobreza. Sin embargo, si bien en la economía dominicana durante los últimos 20 años ha habido algunos progresos en la reducción de la tasa de pobreza, si resulta obvio que la concentración de los ingresos se ha mantenido en niveles extremadamente altos. Indicadores señalan que la pobreza parece haber tenido una reducción estructural entre 1991 y 2003, y luego haberse movido con el ciclo económico, mientras que la desigualdad se habría aumentado a lo largo de todo el periodo. Así, no es posible encontrar una relación clara entre pobreza y distribución. Lo que si habría que destacar (y que merece mayor estudio) es que, si bien el crecimiento económico natural y el proceso de modernización de las ultimas décadas han provocado una reducción significativa de la pobreza extrema en la República Dominicana, los beneficios resultados de los mismos se han ido distribuyendo, crecientemente, de manera desigual.

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