La historiaes conocida: para el año 2000, Leonel Fernández, Danilo Medina y el Parido dela Liberación Dominicana solo tenían una opción para quedarse con el poder: postulara Danilo para la Presidencia de la República.
HipólitoMejía y el Partido Revolucionario Dominicano ganaron las elecciones del 2000.
Leonel,postulado en el 2004, ganó las elecciones. Según dicen, acordó con Danilorespaldarlo para el 2008 y, según este último, fueron tantas las diabluras,ilegalidades, trampas, quisondas, zancadillas, que le permitieron concluir: elEstado me venció. En esas jugadas con cartas marcadas son dos muy bien entrenadoscrupieres.
Jugandocon la Constitución, con una mayoría congresual construida cuidadosamente enbase a la compra de voluntades, dirigentes, militantes destacados de la oposición,atendieron al canto de sirenas de la corrupción y lograron permanecer en el poderpor encima de cualquier consideración ética, humana, decente.
Este añopasado el país fue testigo de la lucha titánica de Danilo Medina por retorcer,de nuevo la Constitución de la República para repostularse para un tercerperíodo consecutivo, aunque estuviera expresamente prohibido. Habría queaveriguar que fue lo que no hizo el dirigente peledeísta para doblegar intenciones,conquistar voluntades y sumar votos de legisladores para lograr su propósito.Todo le fue mal, no logró su meta.
Forzadoa buscar un candidato de su confianza elige a un funcionario, enriquecido a lavelocidad de Bill Gates sin haber descubierto el hilo en bollitos de lacomputadora: Gonzalo Castillo, cuyo desempeño verbal deja mucho que desear, enun país de “hablabonito” de picos de oro y, contrario a cualquier precandidatoo candidato presidencial, el joven se desempeña con una pobreza verbalproverbial.
Con esecandidato de hablar lamentable, solo los mecanismos del Estado, que Daniloaprendió a usar como segundo al mando, bajo la dirección de Leonel, el grupoestaba desesperado en busca de un acontecimiento que volteara el pastel y lecayó del cielo, como anillo al dedo, el coronavirus.
Lacrisis lo sacude todo, la crisis es para todos, pero siempre algunos pocos sebenefician de ella, aunque la mayoría resulte perjudicada. No importa, al fin yal cabo, el fin justifica los medios.
En esepanorama, el pez se escapa de las manos del pescador y hay que buscar desesperadamenteun asidero, uno o varios escenarios en los cuales intervenir para cambiar lapercepción: la opinión no los favorece.
Surgela claridad al final del túnel: que Gonzalo sustituya el gobierno y lasacciones propias de la administración sean ejercidas por él.
“Donaciones” que salen de fondos estatales,recursos para reales necesidades cuya atención corresponde al gobierno, pero,al fin y al cabo, los fondos son del Estado, da lo mismo, aunque con diferente beneficiopolítico
Elcoronavirus da para tanto que el candidato lo usa como anillo al dedo.