Cómo ayudar a los hijos a ser solidarios

Cómo ayudar a los hijos a ser solidarios

La solidaridad no es solamente caridad, es principalmente sentir empatía por las necesidades del otro y demostrarla por las causas justas. Una cosa es la caridad y otra cosa son los actos solidarios, hechos de forma inteligente, proactiva, comprometida y coherente.

Esta no sólo debe manifestarse en momentos especiales, sino que más bien debería ser una actitud ante la vida que se concretiza en hechos reales, la cual debe ser realizada de forma constante, razonable y desprendida, en beneficio del prójimo, ya que al final, siempre repercute favorablemente en quien la ejerce.

En este sentido, los padres constituyen el modelo principal para los hijos. La solidaridad hay que aprender a practicarla, primero en cosas sencillas, hasta que se llega a disfrutar de la sensación de plenitud y satisfacción, que resulta de ayudar a otros, aun asumiendo los problemas y dificultades, que conlleve hacerlo. Los hijos, en función de su edad física y mental, tienen que aprender a disfrutar pensando en los demás y en la forma de ejercer la solidaridad.

Así lo explica la psicóloga  escolar y de familia Indhira de la Cruz, del Centro de Aprendizaje y Psicología (CAP).

“La solidaridad se promueve en los hijos, con el ejemplo de los padres y con su enseñanza cotidiana, para que aprendan a ponerla en práctica. Educar hijos solidarios es educar hijos inteligentes. Los padres preocupados por enseñar la virtud de la solidaridad, inculcan a sus hijos el valor de tolerancia, esforzándose a que aprendan a discutir y negociar, de forma positiva sus conflictos, por muy pequeños que sean, están enseñando a sus hijos a contemplar el mundo desde una perspectiva de justicia, igualdad, equidad  y respeto”, explica  la especialista, quien señala que “si queremos que nuestros hijos sean personas solidarias mañana, debemos enseñarles hoy a respetar a los demás y tener compasión por ellos”.

Para que los niños comiencen a experimentar este sentimiento solidario primero, dice De la Cruz, deben tener la idea propia de ellos mismos la cual es diferente a la de los otros. “De esta forma, cuando los niños hayan adquirido la idea del “yo” pueden ubicarse en el lugar del otro sintiendo la situación  en la que éste está”.

Compasión. La estudiosa de la conducta humana dijo que ya a los dos años  los niños tienen conciencia y sentimientos morales, presentando respuestas empáticas frente al dolor o sufrimiento de otras personas. “También les pueden nacer conductas prosociales tales como cuidar, ayudar y compartir, entre otras. Para esto, el desarrollo cognitivo de los pequeños, la interacción social que ellos tengan y el ejemplo de los padres y el entorno es esencial”, agregó.

Con estos tres pilares (desarrollo cognitivo, interacción social y ejemplo del entorno), “los niños desarrollan valores morales (honestidad, responsabilidad, etc.) y valores sociales (igualdad, justicia, etc.), formando su personalidad.

Desde antes cuando los niños ya comienzan a entender las emociones del otro, Indhira aconsejó que se les vaya hablando de lo correcto e incorrecto, de lo que a otras personas les falta y necesita y, consecuentemente, de cómo ellos pueden ayudarlos en dichas carencias.

ZOOM

1. Ser voluntarios.  Acostumbrarse a trabajar desinteresada, voluntaria, gratuita y perseverantemente, a favor del prójimo, sintiéndose parte activa de las buenas causas.

2. Ser generosos. Actuar con mucha generosidad, incluso con las cosas propias más apetecibles, no dudando en ofrecer de lo que tenemos, no de lo que nos sobre, las 3 T: Tiempo, Talento y Tesoro.

3.  Sacrificios. Aprender a anteponer al propio bienestar los sacrificios solidarios que haya que hacer por el bien común. Así mismo comprender que si nuestro entorno está bien, nosotros también lo estaremos.

4.  Tolerancia. Conservar el espíritu abierto a todas las personas que tengan necesidades, sin importar su raza, política o religión.

5.  Ejemplo. Dar ejemplo de solidaridad durante todo el año, no solamente en ocasiones determinadas.

6.  Sensibilidad. Demostrar mucha sensibilidad humana, ante la presencia de los problemas de los demás.

7. Principio. Empezar la solidaridad con la familia. Incluyendo en la familia la educación del concepto de “Todos para uno, y uno para todos”, sin excepciones en los temas.

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