Cómo cambian las costumbres

Cómo cambian las costumbres

Los estudiosos miden el progreso de distintas maneras, una de ellas es por el avance en los medios para hacer la guerra, otra es por el descubrimiento y aplicación de medicamentos y métodos para mejorar y facilitar las intervenciones quirúrgicas, la incorporación de instrumentos musicales que producen nuevos sonidos armónicos, para citar solo esos ejemplos.

Lo que retrata la condición humana no es la velocidad de desplazamiento de los vehículos que empleamos, que una vez era la de un burro y ahora es un cohete hacia el espacio exterior; no, lo que retrata la condición humana no es lo instantánea que sean las comunicaciones, lo que retrata el progreso de la humanidad es que todos somos iguales, aunque como dice un antiguo amigo algunos iguales son más iguales que otros.

La igualdad de los hombres viene dada porque tenemos necesidades primarias que atender y desde tiempos inmemoriales su satisfacción es igual para todos, son imprescindibles para la vida, son tan sencillas como comer, defecar, beber, dormir. Nadie escapa de ese círculo impuesto por la naturaleza.

Sin embargo, cambia la vida, las formas de vida, las formas de expresión, las formas de satisfacer esas necesidades y surgen nuevas manifestaciones culturales cuando se alteran las costumbres.

La cultura dominicana, en cuanto al modo de vida de su pueblo, hoy es muy diferente.

A propósito de las Navidades es interesante ver un retrato retrospectivo de lo que fueron estas fiestas durante la primera mitad del siglo pasado cuando era importante la vida y la expresión de nuestra cultura.

Entonces, en los días navideños las mañanas tenían un rico olor a té de jengibre, los pregoneros anunciaban su carga de pan de frutas, lerenes, maní congo, las familias se congregaban a cenar lechón asado, pavo, ricos pastelitos elaborados en casa y pasteles en hojas, pan elaborado especialmente para la época, cazabe, pastelones de plátanos maduros, de yuca, arroz blanco, ensalada de hortalizas y papas.

Sólo en los días navideños vendían manzanas, peras, ciruelas pasas, uvas de parra, pasas, confites rellenos de almendras, dátiles, turrón de Alicante, gomitas y otros dulces que alegraban, especialmente, el paladar de los más pequeños.

El cambio ha llegado más allá de la Navidad: se llevó el Carnaval del 27 de Febrero, el baile blanco de San Andrés, las mariposas amarillas del tiempo de San Juan.

Olvidamos lo nuestro y abrazamos lo extraño: Halloween, Thanksgiving y otras costumbres foráneas.

Vemos llegar los cambios como si fueran hojas secas que barre el viento en una calle polvorienta. Parece como si no tuviéramos identidad, ¡Peligroso eso!

Los cambios son indetenibles, al fin y al cabo, como dijo Fidel esta semana, “Una vida es un minuto en la historia de los pueblos”.

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