“¡¡¡Ayyyy… La Sociología!!!… ¡¡¡Cuántas penas estamos llorando por olvidarnos de ti, querida amiga!!!… –se lamenta Píndaro- ¡¡¡Cuántas vainas hemos inventado manadas de dominicanos bajo la sombra del dinero!!!…”
“El principio de agrupación está siendo mal utilizado por sectores que sólo quieren saquear lo bueno de nuestro país, abriendo la sombrilla de un supuesto nacionalismo estúpido… garantizándose para sí muchísimos cuartos… y ‘acampando’ como si fueran niños boys scouts con boinas e insignias transnochadas…”
“Los grupos se forman para actividades diversas… Unos, son informales pero pueden –con el tiempo- superar finalmente a los formales… En esencia –nos dice Píndaro- buscan los mismos fines…”.
“Los grupos no nacen con una personalidad humana definida… La personalidad de cada uno de sus integrantes se forma en el curso de sus vidas… Aún así, lo cierto es que, tanto los formales como los informales, tienen su base en el relacionarse con otros para vivir experiencias con similares características… Las actividades que desarrollan van determinando –y separando– a los adultos de los niños… y a los adultos sin cerebro de los adultos ‘vivos’…”.
“Entre los grupos informales de personas, pueden ser claramente identificados los grupos de juego –generalmente con edades de niños–, los cliques –con una gran solidaridad entre sus escasos miembros que generalmente son de un mismo nivel social– y… los apandillados…. Con ellos, la puerca retuerce el rabo –nos dice Píndaro–… Estos últimos, como logran acceder a los grupos formales –que en algunos momentos les hacen ‘el coro’– muchas veces logran superar en influencia a los formales…”.
“En nuestro país, como en muchos otros, los integrantes de los grupos siguen un proceso de formación natural. Nuestros hijos se agrupan con otros amiguitos… Nacen, entonces, grupos informales de juego que, con el tiempo y con mucha o poca madurez, se convierten en grupos más formales… Algunos de sus integrantes se van aislando y conforman grupos pandilleros que, en sus años de adultos, capitalizan para sí su condición y hasta llegan a cobijarse bajo la bandera de todos, haciendo uso de engaños a instituciones tan formales como son las iglesias, las asociaciones formales y hasta una parte de los medios de comunicación… Lamentablemente… ¡Les creen!” –sentencia Píndaro–.
“La dura realidad es que, a medidas que nuestra sociedad se resquebraja y las necesidades de la población aumentan, los grupos aumentan y se multiplican en la vida urbana… Esto afecta, indefectiblemente, la personalidad de muchos y los convierte en dependientes –o ‘masa’– para los más influyentes… Como el sentido del yo es cuestionado por los que les rodean, se fuerza el sí mismo y las relaciones interiores se debilitan… Como ese aspecto es cuestionado, se tiende a buscar seguridad en el orgullo y el placer de complacer al nuevo grupo que ha tenido la inteligencia de aglutinarlo… Se visten iguales o parecidos… se peinan o se ponen una boina porque es el reflejo de una trasnochada presión… Hasta llegan a hablar con inflexiones similares…”.
“En los grupos informales no existe un modelo definido y, por eso, se les facilita la dispersión encauzada por algunos integrantes de grupos formales con fines específicos y más preparación y poder económico tras bastidores… y, al mismo tiempo, se provoca el apandillamiento de antisociales que –sin estar expuestos a la luz pública– son apoyados por instituciones ‘formales’ cuyos fines ulteriores son garantizar bolsillos llenos a largo plazo, en lugar de promover intereses sanos…”.
“A la sociedad, se le tiende a mentir a diario sobre las finalidades ulteriores de los grupos apandillados… Estructuras formales, como las iglesias, los grupos de laicos organizados, las asociaciones civiles sin compromisos políticos de algún tipo y un amplio sector de la población no comprometida son embaucadas y confundidas por la fuerza de algunos medios interesados…
“La esperanza está en nosotros, los que todavía tenemos conciencia, para no permitir que en todos estos años inmediatos y futuros se nos estruje en la cara un compromiso que algún grupo formal pueda hacer –utilizando grupos informales–, violando en algunos casos compromisos previos nacionales o internacionales”.
Y Píndaro respira hondo… piensa y medita: Si nos seguimos durmiendo, nos seguirán llevando…¡Como caña pa’l ingenio!