Como contrapeso para la  estabilidad democrática

Como contrapeso para la  estabilidad democrática

Todo el que aspira a vivir en un sistema democrático tiene más que razones para preocuparse por lo que pueda suceder en   las diferentes organizaciones políticas, sobre todo las que por su participación, tamaño e influencias mayor responsabilidad tienen para  forjar  nuestro presente y futuro  institucional.

La mejor forma de tener  un sistema político funcional y lograr un verdadero equilibrio democrático, donde las instituciones se respeten, es contando con   organizaciones opositoras vigorosas.

Por eso, debemos prestarle atención a lo que ocurre en la más vieja organización política del país, que es el PRD.

El Partido Reformista ha pasado a ser   un apéndice del  Gobierno y lamentablemente está prácticamente desarticulado; mientras que, por otro lado, existe una   gran dispersión de grupos políticos, que   salvo algunas excepciones, la mayoría solo dan muestras de  vida cuando se acercan  los procesos electorales. 

El  PLD no solo se ha convertido en un gran partido, sino que a base de habilidades, estrategias o lo que se le quiera endilgar,  pudieron navegar con  éxito la ruta  por la transición, luego que  desapareciera su mentor y líder, logrando aunque a merced de muchos de sus postulados originales, acumular experiencias de varios gobiernos, con nuevo líder, y  concentrando  una cantidad de poder que crea desbalance institucional. Una parte de la dirigencia del PRD, luego de la muerte de su líder Peña Gómez,    logró entender la necesidad de transitar por el camino del liderazgo compartido.

Sin embargo, todavía se deslizan  algunas señales de resistencia que mantienen en jaque la organización.  Esa situación ha ocasionado desprendimientos, grandes o pequeños, pero  que afectan lo emocional, no importa que se sumen nuevos adeptos. Como las dos columnas principales que sostienen nuestro sistema de partidos y donde se fundamenta  gran parte de la débil  democracia institucional  son  el PLD  y el PRD,  si uno de ellos refleja  señales de que puede producirse algún tipo de confrontación interna que afecte las posibilidades de lograr un mayor balance democrático, hay que advertirlo, aunque existan  razones personales que pudieran empujar a uno a escribir sobre otra cosa.

Es que el PRD forma parte de nuestro sistema, y sea usted simpatizante o adversario, si le preocupa la institucionalidad democrática tiene que opinar y actuar, porque esa organización política no le pertenece exclusivamente a sus dirigentes o  aspirantes, sino a todos los dominicanos, que de una forma u otra se benefician o se perjudican con sus acciones.

El liderazgo compartido es la ruta por la que deberían transitar, no importa que unos tengan mayor fuerza que otros. Todos tienen que entender que solo  compactándose y logrando estrategias comunes, lograrán colocarse en el poder, aún con diversidad de estilos.

Debemos  preservar los partidos y procurar su saneamiento, aunque  se haga un tanto difícil por el avance del clientelismo y las acciones que se ejercen desde el poder, especialmente al PRD, que en estas circunstancias   representa el posible contrapeso para lograr mayor estabilidad.

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