¿Cómo controlar al gobierno?

¿Cómo controlar al gobierno?

El gobierno hace lo que le da la gana, sin que haya forma real de controlarlo, de evitar que se cometan las barbaridades que se disponen desde el Poder Ejecutivo.

El buen gobierno es el que cumple con las obligaciones puestas a su cargo para contribuir a la búsqueda de la felicidad de sus gobernados. El gobierno se elige para que dirija la administración de manera adecuada y exitosa.

Ello se logra con templanza,  moderación,  respeto,  cautela, sin engreimiento, con humildad, con respeto a los gobernados, con el cumplimiento de sus deberes y con el ejercicio de sus derechos.

Debe haber una cuidadosa disposición de los ingresos, si la misión fundamental del gobierno es procurar el bienestar, la felicidad y el disfrute de sus gobernados.

No entremos en detalles sobre inseguridad ciudadana, desempleo, aumento de las deficiencias en los servicios públicos, desprecio por los reclamos de los ciudadanos.

Ocupémonos de un solo aspecto de las obligaciones del gobierno: el uso y destino de los fondos públicos.

Cuando el gobierno formula los planes para el Presupuesto de Ingresos y luego proponer al Congreso Nacional la Ley de Gastos Públicos, se organiza la contabilidad gubernamental de modo tal que se prevén unos gastos los cuales se deben distribuir de manera inteligente, justa, sensata.

Lástima que nadie aprenda por experiencia ajena y algunos ni siquiera aprenden leyendo, estudiando las grandes lecciones de la Historia.

Es cierto que un burro no tropieza dos veces con la piedra que está en el camino, en el mismo lugar.

Pero pese a la enseñanza bíblica del sueño del faraón con vacas gordas y las vacas flacas, no se prevé en tiempos bonancibles que vendrán tiempos de dificultades.

La carrera hacia el aumento del gasto del gobierno pasa, primero, por el aumento de los impuestos, la eficiencia de la administración fiscal y el cobro, en veces abusivo, de aranceles de aduanas que se manejan al arbitrio de funcionarios.

En tiempos de dificultades de baja de ingresos, sea personal o colectiva, se estudia qué hacer para que la sábana arrope lo más posible.

Nuestro sistema constitucional nació viciado por la arbitrariedad, el abuso de poder y la libertad ilimitada para los gobernantes, uno y otro mandatario empeñan el futuro nacional con préstamos que, en los más casos, no se aplican a obras reproductivas.

Eso de bonos por mil millones de dólares para reforzar, para completar los ingresos de la Ley de Gastos Públicos, es otra barbaridad.

¿Quién garantiza el uso racional de esos dineros ahora que muchos funcionarios viven la danza de los millones ajenos?

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