Cómo crear un correcto habito alimenticio en los niños

Cómo crear un correcto habito alimenticio en los niños

Virginia Pardilla

¿Quién no ha escuchado de algún niño decir que no le gustan ciertos alimentos?… sobre todo, vegetales o verduras… ¿Cuántos en algún momento no hemos hablado con algún padre que alegue que su hijo sólo quiere tomar leche? ¿Cuántos niños conocemos que rechazan ciertos alimentos? Pero la pregunta clave sería: ¿Cuántos adultos a nuestro alrededor que inciden en la vida del niño aún no se alimenta de forma correcta?

La formación de un buen hábito alimentario es uno de los grandes retos que enfrentan muchas familias. Los primeros años de vida son importantes en la formación de cualquier hábito y por ende el alimenticio. Durante los dos primeros años de vida, es primordial ir introduciendo de manera paulatina las diferentes familias de alimentos, pero muchas veces se nos olvida la importancia de esta etapa, por lo que, en lugar de aprovecharla para crear hábitos saludables, postergamos esta necesidad. Es común que pensemos “después aprende”.

Es importante que desde que el pediatra autorice introducir los alimentos, usted vaya dándole diferentes opciones al bebé para que su paladar se acostumbre a los diversos sabores; un error usual es juntar todos los alimentos y mezclarlos, realizando una especie de “sambumbia”. Los colores, formas y colores son importantes a la hora de alimentarnos; una comida bien presentada y que estimule los diferentes sentidos, ayuda a que sea más fácil la motivación del niño al momento probar nuevos alimentos, con diferentes texturas y sabores.

Permita que el bebé, desde que tenga las destrezas necesarias, agarre los utensilios para comer y pueda experimentar con los mismos e intentar comer por sí solo.

Es importante que cuando el niño vaya creciendo, en la medida de sus posibilidades le permitamos colaborar en la preparación de sus alimentos, si es muy pequeño no podrá cortar los vegetales con un cuchillo, pero con la ayuda de un adulto puede lavarlos.

Los alimentos son una necesidad biológica, no una recompensa ni un castigo, jamás premie a un niño con comida ni utilice la privación de alimentos para castigarlo.

Por otro lado, el tiempo de comer debe ser un momento relajado, sin presión, ni pleitos; durante la hora de almuerzo, lo mejor que podemos hacer es disfrutar en familia, absteniéndonos de hablar de temas estresantes. Un mal general es que buscamos resolver todos los problemas familiares a la hora del almuerzo, por ser un momento que compartimos; sin embargo, no podemos imponernos la tarea de resolver las situaciones familiares justo a la hora de comer, ya que este momento tiene otras funciones, vitales tanto para la nutrición como para los afectos de la dinámica familiar.

Durante el tiempo del almuerzo es recomendable eliminar todo tipo de distracciones, tales como televisión, tablets, video juegos, entre otros, a fin de fomentar una alimentación consciente y favorecer conductas intuitivas al momento de alimentarnos, en lugar de que esta sea una acción mecánica. Incluso, los modales que hay que contemplar al comer, es importante enseñarlos no en el momento mismo de la comida, sino antes o después, entendiendo que, como todo aprendizaje, las normas de la mesa también se van incorporando de manera gradual. Es importante no poner las reglas protocolares por encima de la alimentación misma.

Es importante que, durante el almuerzo, usted pueda cerciorarse de que las porciones sean adecuadas a las edades de los diferentes miembros de la familia. De esta manera no exigimos que nuestros hijos coman más de la capacidad de su estómago, que es más pequeño que el de un adulto. Si su hijo está dejando mucho alimento en el plato, hay que discernir si realmente comió una cantidad menor a la necesaria, o si le sirvieron
una cantidad de comida excesiva. Si tenemos dudas al respecto, podemos consultar un nutriólogo especialista en conducta alimentaria, que no nos dirá qué comer, sino que nos enseñará a elaborar nuestro plato de manera equilibrada, incluyendo las cantidades y nos ayudará a recuperar la alimentación intuitiva.

Es importante concientizar al menor sobre la hidratación necesaria, ya que dentro de los hábitos sanos está establecer una rutina de ingesta agua y líquidos. Recuerde no estar reforzando comportamientos positivos a través de dulces, mentas, paletas o cualquier otro alimento cargado de azúcares, mucho menos para los niños hiperactivos. Por el bien suyo y de su hijo verifique el contenido de cada alimento, así como las etiquetas y lea que alimentos tiene y su valor calórico y nutricional, pero sin crear con esto un patrón psicorígido, para prevenir trastornos de la conducta alimentaria.

Recuerde que una correcta nutrición les servirá no sólo para crecer saludable, sino que también le ayudará a tener una vida sana. Los padres deben ser primeros formadores de este hábito.

Recuerde que los niños son bombardeados con campañas publicitarias de comidas rápidas y muy pocas campanas de motivación hacia las comidas saludables, mucho menos vegetales, por lo tanto, esta promoción debemos hacerlas nosotros mismo, motivando, entusiasmando y modelando con un buen ejemplo de una correcta alimentación sin caer en extremos severos. Los primeros que deben comer vegetales y frutas en el hogar y tender a seleccionar las comidas saludables somos los padres y utilizar este ejemplo a modo de motivación, dando un margen de preferencia personal a nuestros hijos, ya que por el valor afectivo que tiene el alimento, este no debe ser impuesto, sino motivado. La autora es psicóloga y educadora, directora y fundadora de MLC SCHOOL Twiter: @MLC_Schoolrd @SVirginiaP Instagram: @pardillavirginia.

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