¿Cómo debatir cuando falta el juicio?

¿Cómo debatir cuando falta el juicio?

POR  JOSE BAEZ GUERRERO
Hay en la cultura dominicana una manera muy particular de llevar las discusiones públicas, o debates mediáticos, acerca de temas de capital importancia. Consiste en atacar las formas, al mensajero, o a cualquier cuestión adjetiva o secundaria, sin atender a lo principal. Necesitamos mejorar cómo discutimos, para salir del círculo vicioso del pensamiento torcido que daña el raciocinio e impide la sindéresis.

La capacidad natural para juzgar rectamente está ausente cuando, por ejemplo, un puñado de simpatizantes de la directiva del PRSC se deja narigonear para formar una marcha para protestar porque en una reunión con centenares de balagueristas, encabezada por señeros dirigentes de esa corriente política, se exalte la memoria de Joaquín Balaguer, se utilice el color rojo o se cante el himno del antiguo Partido Reformista. Es tan absurdo que, lejos de merecer ningún crédito público, parecían niños malcriados, como esos que cuando están jugando pelota y los ponchan, se retiran llevándose sus bates y pelotas…

Otro ejemplo de mala cabeza, que recientemente ya mencioné, es el de un articulista que propone que al Presidente Fernández se le otorgue alguno de los premios Casandra, pues su discurso del 27 de febrero habría sido todo un espectáculo. Lo curioso es que el tremendo que ideó este análisis farandulero es de los mayores defensores del expresidente Mejía, cuyas dotes como político y orador pudieron merecerle premios más importantes que un Casandra. ¿O es que hemos olvidado su vergonzosa entrevista con Jorge Ramos?

¿O sus referencias a yucas tan grandes que rompen la tierra? Si lo peor del discurso de Leonel fue que se utilizaron recursos modernos como un “tele prompter”, apoyo con vídeos, y recursos escénicos como los jóvenes con banderas, ¿es que el país prefiere ver ante el Congreso a un Presidente que traspapela su discurso y da muestras de no entender claramente qué es lo que lo ponen a leer?

Pero el caso más patético que he visto recientemente, es el de la barra de la defensa del principal inculpado por la mayor de las quiebras bancarias del 2003, que pretende “acusar” a las autoridades de abusar de los medios de comunicación, al dar publicidad a declaraciones de testigos en el curso del juicio. Estos señores, que todos los días inoculan al pueblo con una dosis de propaganda de la peor especie a través de los medios que usufructúan o dirigen o controlan por otras artes, quizás creen que sólo ellos tienen derecho a expresar su verdad. La diferencia es que mientras las autoridades se limitan a reproducir lo que dicen los testigos, estos desesperados abogados se ven obligados a torcer o maquillar esas declaraciones, todo en abono de una causa confesadamente perdida.

El diccionario califica al terrorismo como la dominación por el terror, o una sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror, y en verdad no es otra cosa lo que al parecer pretenden quienes eluden la cuestión central de toda discusión, con alegatos tremendistas. En el caso de los fraudes bancarios el asunto no es si hubo o no graves violaciones a las leyes, incluido el robo, sino tratar de anestesiar a toda la sociedad, mediante el terror mediático, para lograr minimizar las penas.

Otro caso, que también he citado antes, y es de los que más risa da —porque no puede ser que alguna de esta gente crea que sus lectores los cogen en serio— es el dirigente comunista que reveló que “a raíz del fraude de 1994 contra Peña Gómez le planteé (a Leonel) la necesidad de tumbar a Balaguer a través de una huelga general indefinida y establecer un gobierno provisional con el apoyo de todas las fuerzas democráticas, liberales, revolucionarias y progresistas”, y Leonel se negó.

Por eso, “pensé de Leonel que era un blandengue y que de él no debíamos esperar cosas buenas”, añade. Califica al Presidente como “balaguercito digital” y pasa a explicar por qué el pueblo debe pedirle su renuncia. Sin embargo, en casi medio siglo de intenso trajinar político, este bufón no ha sumado más que un par de miles de votos.

Y Fernández luce ir a su tercera Presidencia sin haber cumplido 60 años. Gracias a Dios el público es más avispado de lo que mucha gente cree, pero como quiera hay que insistir en mejorar el estilo del debate público entre nosotros.

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