Cómo defender su punto de vista

Cómo defender su punto de vista

EFE – REPORTAJES. Por temor, timidez, inseguridad o falta de claridad, a muchas personas les cuesta exponer y hacer valer sus opiniones y posturas delante de los demás. Las ocultan, reducen o infravaloran, socavando cada vez más la confianza en sus propias capacidades. Para que les respeten y conozcan los demás, primero deben aprender a conocerse y respetarse a sí mismos.

Si a menudo deja de lado sus propios deseos y necesidades para satisfacer a los demás y ello le causa malestar; si no consigue avanzar cuando la gente le cuestiona lo que hace, dice o piensa; si las críticas ajenas lo paralizan…

Si se halla en esa situación es probable que no tenga claro lo que quiere ni la forma de conseguirlo. ¡Es hora de averiguarlo, para marcar sus prioridades en la vida y ponerlas en marcha!

“Una de las claves para salir de esta situación consiste en saber lo que se quiere. Después hay que aprender a comunicarlo y conseguirlo”, según Ángel Lafuente, experto en oratoria moderna y técnicas verbales.

Según este especialista, a mucha gente le cuesta tomar la palabra ante los demás, porque “no maneja bien las técnicas de la conversación”.

En la mayoría de los casos, son los pensamientos negativos los que “retienen” la lengua. Para desactivarlos, hay que tomar papel y lápiz y “oponerle” otros más constructivos, que faciliten la entrada en conversación. 

En lugar de “no tengo nada interesante que decir” hay que pensar: “¿qué demuestra que no tenga nada interesante qué decir?”. Reemplace la idea de “si no digo nada tampoco seré mal juzgado”, por la de “¿por qué van a juzgar mal mis palabras?”.

Para comenzar una conversación o entrar en ella y sentirse a gusto con la charla, se puede comenzar lentamente diciendo una frase o dos sobre trivialidades, cosas ligadas al entorno, o preguntando a los demás para que hablen de sí mismos. “Para hablar no hace falta decir siempre cosas interesantes ni proponerse deslumbrar a la audiencia”, señala.

¿Cuál es la mejor forma de defender nuestros puntos de vista? “Cuando no se tiene claro qué se quiere ni cómo conseguirlo, se deja abierta la puerta a todas las exigencias ajenas que vulneran nuestra capacidad de decidir por nosotros mismos”, señala.

Para defender nuestras prioridades y derechos, y sentirnos seguros de que hacemos lo que nos conviene, primero debemos se conscientes de cuáles son.

Para conseguirlo, Lafuente sugiere elaborar una lista de todo aquello que uno considere importante y desee disfrutar, siendo tan generoso como es con otros: “uno tiene derecho a ser feliz, a ser respetado, a sentirse bien, a defender sus opiniones, a expresar su malestar, a elegir libremente, a decir que no, a poner límites, a divertirse…”.

A más críticas, más inseguridad

Ángel Lafuente, experto en oratoria moderna y técnicas verbales, dice  a los que  dejan   tambalear su seguridad ante las críticas ajenas. “Aunque no nos guste la forma en que nos lo plantean, hay que tener en cuenta que al criticarnos, nos están dando la oportunidad de aprender y hacer mejor las cosas.

Muchas veces nos ponemos a la defensiva cuando cuestionan nuestro modo de pensar, sentir o actuar, porque pretendemos no fallar nunca o ser ´perfectos`, lo cual es imposible.

Aceptar con naturalidad las críticas de los demás y reconocer que somos seres falibles, no menoscaba nuestra seguridad o confianza; sino al contrario, es un síntoma de fortaleza y nos ayuda a crecer personalmente”.

Algunas personas sienten que no tienen derecho a solicitar lo que quieren. “Para su bienestar, deben concederse el derecho a pedir, aunque también conceder a los demás el derecho a negarse o negociar, comprendiendo las necesidades y deseos ajenos, así como cada uno tiene los tuyos”, señala Lafuente.

“Exigir que nuestras demandas sean siempre aceptadas es un comportamiento agresivo. Que nos nieguen algo puede ser decepcionante, pero más vale sufrir un fracaso que adoptar un comportamiento pasivo no pidiendo nada”.

El experto aconseja efectuar la petición de manera directa, con precisión, comenzando por un “yo” y teniendo en cuenta al otro: “hoy quisiera salir media hora antes del trabajo, comprendo que eso plantee problemas…”

Otras personas no saben expresar su desacuerdo ni hacerse oír, pero es indispensable saber decir “no” para protegerse, situar nuestros propios límites y evitar que nos invadan con peticiones excesivas.

“Mostrarse incapaz de oponer la menor negativa es como ser una casa sin puertas ni ventanas: los elementos externos pueden estropear sus cimientos”, compara Lafuente.

Para dar una negativa, este experto aconseja tener en mente dos ideas: cuando uno no desea hacer algo tiene el derecho a oponerse con toda franqueza, diciendo `no` en lugar de ´sí, pero`, y nunca hay que sentirse obligado a justificarse, porque el otro puede aprovecharlo para pedir cada vez más explicaciones.

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