Cómo emboscar al Presidente

Cómo emboscar al Presidente

MELVIN MAÑÓN
Los ricos y los pobres, los blancos y los negros, los feos y los bonitos, todos pero de manera desigual hacen presión al Presidente de la República, quienquiera que éste sea, a fin de abogar por su causa. Dadas las características de este proceso, la presión de los ricos suele llamarse «cabildeo» y la de los pobres «popular». La escenografía de ambas presiones es igualmente distinta. Los ricos suelen obrar en privado, con cierta elegancia, discretos modales y frecuentemente con una envidiable tenacidad que puede degenerar en antesalas y persecuciones descaradas. Los pobres, con visible desventaja, generalmente deben esperar a que el Presidente se apersone hasta algún lugar donde ellos y sus igualmente pobres representantes puedan salvar esa terrible distancia que existe entre el poder y el pueblo. Sólo entonces logran abordarlo.

Los ricos tienen un vínculo natural con el Presidente. Bautizan sus hijos, inauguraron sus negocios, desayunan juntos, acuden a sus bodas, viajan en primera clase, intercambian en hoteles, comparten en embajadas y frecuentan los mismos barrios; se visitan, se entrevistan en periódicos o acuden a canales de televisión de su propiedad, etc. Los pobres no disponen de ninguna de esas ventajas. Ni comen, ni viven ni trabajan ni hacen vida social cerca o en el entorno del Presidente. Deben esperar siempre a una bendita oportunidad que a veces no llega a menos que se acerque una campaña electoral.

Los ricos suelen obrar individualmente, al acecho y muchas veces con asechanza y nocturnidad, pero también son capaces, en ocasiones, de ponerse de acuerdo para pelear juntos por sus intereses.

Cuando las cosas les salen mal o no les salen, los ricos llevan sus pleitos a los mismos medios de comunicación de los cuales son dueños y desde allí a nombre propio o bajo la firma de terceros avanzan una defensa estrepitosa de esos intereses.

Los pobres, por el contrario, solamente tienen la denuncia como instrumento para defender sus intereses.

Cuando, a pesar de reiterarlas, no consiguen nada entonces acuden a las manifestaciones callejeras, al escándalo en la vía pública y cuando es menester, a la alteración del orden público.

Nada ilustra tan claramente esta desigualdad como los ejemplos siguientes.

En Santiago, en días pasados un grupo de ricos le tendió una emboscada al Presidente Fernández. Entre bandejas, copas, micrófonos, alfombras y aire acondicionado consiguieron que el gobierno metiera 25 millones de dólares en un hospital privado. Si yo o cualquiera de mis amigos hacemos una mala inversión el banco nos ejecuta la garantía sin piedad. Los ricos en cambio consiguen que nosotros, todos, con nuestros impuestos paguemos sus platos rotos.

Los pobres no pueden competir con esos cabilderos experimentados y simpáticos, accesibles y desaprensivos. Si los pobres de este país quieren que el Gobierno se ocupe más de ellos tienen que irse a las calles y hacerse sentir porque aquí no hay partidos, congreso ni instancias desde las cuales abogar con efectividad por su causa.

Frente a mi vivienda se trabaja día y noche en la construcción de un estacionamiento subterráneo en los jardines de Bellas Artes. No me opongo, pero me indigna que para eso, que es una finalidad secundaria, hay dinero. Sin embargo, para tapar los hoyos (puro y simple bacheo barato) de toda la carretera desde Rincón, Cotuí, San Francisco, Nagua, por la costa hasta Puerto Plata y desde allí a Santiago por la Luperón, por donde transitan los víveres, el arroz, el café, el cacao, los turistas y muchísima gente, para eso, no hay dinero o peor no hay voluntad.

Me molesta y me indigna pero reconozco que la culpa la tenemos nosotros mismos. Este país necesita un foro, una instancia donde los pobres pueden plantear sus necesidades y equilibrar las presiones que hacen los ricos. Este pensar y esta manera de ver las cosas une y vincula los sectores más democráticos y avanzados dentro del PLD; los independientes que en las pasadas elecciones votamos por este gobierno y los que dentro o fuera de cualquier partido están simplemente interesados en ayudar al gobierno y al país a salir adelante. De eso se trata la democracia ¿no?

mmanon@usa.net

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