Como en botica, verdad y mentira se mezclan en la precampaña

Como en botica, verdad y mentira se mezclan en la precampaña

Al acercarse las citas con las urnas de las que emanan los mandatos de poder cobran actualidad las objeciones formuladas por diferentes sectores a la forma de hacer política de núcleos partidarios del país, una aparente generalización que resultaría hiriente para señores de la política dignos de ser considerados excepciones a la regla. Sin embargo, se perciben al calor de la prematura lucha partidaria las subjetividades extremas de expositores y la recurrencia a los sofismas para descalificar o sobrevalorarse sin apoyo en datos concretos ni de fuentes idóneas.

Se apela a descripciones negativas sobre la marcha del país que es vista con tintes menos encendidos por observadores independientes que analizan la realidad nacional desde la calidad de observadores de organismos internacionales competentes o como protagonistas representativos de la vida social, económica y de otras áreas que ponen suficiente atención a los signos positivos, que no serían pocos, aunque la urgencia de resucitar políticamente desde determinados ángulos del sistema partidario se insista en ignorarlos.

Altisonancias al uso imprimen un perfil preeminente a las hipérboles en el esfuerzo por descalificar rivales tanto desde el litoral oficialista como desde el afán derogatorio a que se lanzan liderazgos opositores y aspirantes a dominar al Estado por la vía del voto, por primera o más veces, tratando de fascinar con verbo radical a potenciales electores. En estos tiempos, y adicionalmente, la verdad corre peligro, real y efectivamente, como dio a entender un reciente titular del periódico El Día: «Fake news y cuentas falsas en redes sociales matizan el inicio de una campaña adelantada».

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Y más específicamente, la nota firmada por Dayana Acosta y así titulada daba cuenta de que se podía observar: «un crecimiento desproporcionado (de la presencia) en las redes sociales de candidatos que participarán en las elecciones municipales, congresuales y presidenciales con el objetivo de proyectar la imagen de una creciente popularidad (artificiosa) en los medios digitales». Queda denunciado un propósito a gran escala de estafa monda y lironda a la opinión pública.

El propio medio de Dayana (El Día) advertía editorialmente en la semana que termina del predominio «de lo trivial de las discusiones políticas» y la proliferación de las «fakes news en la presente etapa de campaña adelantada y de desacato a la autoridad de la Junta Central Electoral denunciados por el rotativo como una «forma de manipular a la gente o a lo que muchos prefieren llamar opinión pública». Una apreciación rematada con el criterio de que en el presente «las mentiras corren a la velocidad de Félix Sánchez o Marileydy Paulino mientras que la verdad transita a paso de tortuga».

Durezas eclesiásticas

Católicos y protestantes han coincidido en calificar negativamente la trayectoria de políticos sin personificarlos aunque en algunos casos han llegado a la alusión como cuando voces de trueno en uno de los sermones de las «Siete Palabras» embistieron «las intenciones de algunas personas de intentar perpetuarse en el poder sin importarles las consecuencias negativas que ello conlleva, situación que puede llevar a la nación a una dictadura». Esto, en víspera de que el presidente de entonces, Danilo Medina, tratara, sin lograrlo, de reformar la Constitución por segunda vez consecutivas e inmediatas para permanecer en el poder rompiendo el récord de los intentos.

En este mismo año, y a raíz de los días santos, el púlpito de la catedral fue usado por los católicos romanos para denunciar que: «En nuestro país leemos en los periódicos que nuestros políticos prometen cosas y luego no las cumplen. En nuestro país reina el clientelismo y un mar de corrupción como son los casos Pulpo, Medusa, Coral, Calamar…».

Oradores sagrados consideraron oportuno reafirmar sus propósitos de crítica social atribuyendo a los políticos: “destruir más nuestra institucionalidad, olvidando que un país sin institucionalidad nunca avanzará”, refiriéndose específicamente a “quienes construyen obras, como escuelas y hospitales que presentan vicios de construcción”.

Codue, el Consejo Dominicano de Unidad Evangélica, nunca se ha quedado atrás en sermones contra la forma de hacer política en el país. Y a raíz de culpar a los partidos de impedir la aprobación de un nuevo Código Penal, vio en la tardanza una estrategia de los liderazgos partidarios «porque son todos iguales. Hoy está uno (en el poder). Mañana viene otro y es lo mismo».

La concentración evangélica anual denominada «La Batalla de la Fe» tiene por costumbre enfilar cañones sobre los políticos «porque muchos de ellos cuando llegan al poder se olvidan de la población dominicana. Hay proyectos de leyes que están durmiendo el sueño eterno y la sociedad se pregunta por qué no son aprobados». El líder protestante Ezequiel Molina aboga porque los puestos públicos que se deciden por el voto estén al alcance de personas inspiradas en la prédica cristiana.

Otras tribunas

Participación Ciudadana y la Fundación Institucionalidad y Justicia (FINJUS) han formulado, cada una por su lado, reclamos de adecentar el quehacer político y para deplorar «todo el poder que tienen los partidos políticos sin ningún freno de la ciudadanía ni del tribunal de elecciones». La entidad cívica no partidista aquí citada ha sostenido que las organizaciones partidarias locales incurren en «tratar al Estado como un botín».

En su momento, Participación Ciudadana describió a la sociedad como «estremecida hasta sus cimientos» por los expedientes de corrupción atribuida a la anterior gestión de Gobierno dados a conocer por el Ministerio Público y pidió para sí reconocimiento del mérito de haber formulado «denuncias públicas sobre evidentes anomalías en órganos de Estado en el período 2016-2020» . Hace poco recordó haber formulado públicamente «innumerables solicitudes» al entonces presidente Medina para que «detuviera los desmanes» que se denunciaban ante la Justicia.

Entrevistado en un programa de televisión al fragor de contradicciones del sistema partidario con la JCE, el vicepresidente ejecutivo de Finjus, Servio Tulio Castaños Guzmán, llegó a describir a las organizaciones políticas como “instituciones que no tienen ningún control. Ahí pasa de todo y también vimos que el órgano rector (la Junta Central Electoral) no quiso en ese sentido jugar su rol en este proceso”. Hacía referencia a que la Junta Central Electoral fue vulnerada en sus facultades reglamentarias a propósito de que la mayoría de los liderazgos partidarios nunca limitó el proselitismo como manda la ley

En el mismo espacio se extendió en denunciar otros comportamientos «censurables» de políticos como lo ocurrido para entonces cuando los partidos presentes en la Cámara de Diputados se autorrepartieron 230 millones de pesos para celebrar el Día de las Madres dos semanas antes de la fecha y sin que ninguna voz de las organizaciones se opusiera a lo que describió como «uso irregular de los fondos públicos». También criticó la entrega de recursos a los senadores en libre acceso a lo que apodan «barrilitos» supermillonarios a costa de los contribuyentes.

¿Izquierda o derecha?

Hasta Wikipedia, la enciclopedia libre de la modernidad digital, muestra asombro con la forma en que se forman alineaciones partidarias en la República Dominicana poniendo de relieve que la supuesta existencia de inclinaciones ideológicas no tienen efecto en este país al no representar: «ningún obstáculo al momento de crear bloques o alianzas (respondiendo más a cuestiones coyunturales que a proyectos ideológicos), llegando a entremezclarse partidos de derecha, izquierda, cristianos, humanistas, laboristas, liberales y de centro, sin distinción alguna entre unos y otros».

Luego explica la distorsión de principios que ha dividido alocadamente el espectro político dominicano tras el final de la guerra fría que echó a todo el mundo en un mismo saco: «La mayoría de los partidos minoritarios han surgido como escisiones de los partidos mayoritarios, ya sea para apoyar las aspiraciones presidenciales de alguno de sus líderes, o por diferencias internas entre grupos de estos partidos».

Bien se ve que Wikipedia se ha asomado minuciosa a las fiebres por formar tienda aparte que aquí lleva al surgimiento de tienduchas partidarias que luego van saltando de alianza en alianza con las organizaciones mayoritarias, constituidas, efectivamente, en imprescindibles para jugar un papel aceptable en las justas electorales y hasta para alzarse con el triunfo.

Daños a democracia

En su ambigua relación con los liderazgos políticos, sobre los que de ordinario no expresan muy buena opinión, los dominicanos se distinguían hasta la llegada de la pandemia en responder en elevada proporción a las convocatorias a elecciones. Existe, sin embargo, preocupación a largo plazo por la adhesión popular a la democracia y a su capacidad de resolver los problemas que aquejan a la población.

Refiriéndose a dilemas sobre la forma de Gobierno que debe regir al país, la analista de este diario Rosario Espinal llamó la atención sobre el descenso que mostraban las encuestas al apoyo a las libertades políticas que para el 2019 registraba el más bajo nivel desde que comenzaron las mediciones.

Aparentemente tomaba en cuenta otro resultado de mediciones que hace dos años permitían llegar a la conclusión de que: «Si bien el apoyo a golpes militares se mantiene en los niveles históricos más bajos, en torno al 30% de la población dominicana crece la tolerancia a un eventual cierre del Congreso por parte del Ejecutivo, que alcanzó su punto máximo en 2019, con casi la cuarta parte de los encuestados expresando que tolerarían tal situación».