Como en el Metro

Como en el Metro

RAFAEL TORIBIO
Quienes nos hemos opuesto a la construcción de un Metro en estos momentos, por considerar que es, en el mejor de los casos, parte de la solución del transporte público, no la solución; que debió ser punto de llegada, pero no de partida; que era, y sigue siendo injusto que los recursos económicos que no aparecen para educación y salud fluyan con generosidad para esta prioridad impuesta, tenemos que reconocer que alrededor de esta obra se han producido algunas cosas positivas.

Cuando el Presidente de la República decide que algo es prioritario, aunque no aparezca en el programa de gobierno o no tenga recursos contemplados en el presupuesto nacional, la voluntad política, que no aparece para que se realicen otros asuntos mucho más importantes, se hace presente y los recursos económicos que se requieren no faltan.

Todo indica que cuando se quiere se puede. Se ratifica el inicio de la construcción del Metro después del informe adverso del Consejo Económico, Social e Institucional, hoy sumido en un letargo, por cierto. Las críticas y los pedidos de aclaraciones lo que motivan es que se acelere la velocidad de la construcción para terminarlo cuando antes. Se inició con tanta prisa que ni siquiera se cumplieron las exigencias técnicas que se entienden imprescindibles en una obra de esta naturaleza y costo.

La importancia que se le ha conferido a esta prioridad impuesta se manifiesta de manera irritante en que mes por mes disponga de más recursos que las Secretarías de Estado consideradas como esenciales para el desarrollo de las personas y del país. Cada mes se le asignan más recursos que a Educación, Salud, Medio Ambiente, Agricultura y Deportes, todas juntas.

Además de apreciar que en el Metro se toman decisiones que no aparecen para la ejecución de las verdaderas prioridades nacionales, hay que reconocer también las dotes del Director de la OPRET como profesional de la construcción. Cuando tiene el apoyo del Presidente de la República no lo detiene nada ni nadie.

Viendo lo que ha sido capaz de realizar, es lamentable que no haya recibido la encomienda de construir la infraestructura que en educación y salud hace falta para ofrecer a la ciudadanía servicios sin la precariedad y limitaciones como los ofrecidos. Las tres tandas en muchos planteles educativos es una forma de encubrir la falta de aulas, pero también de contribuir a que el tiempo dedicado al trabajo académico sea muy inferior al necesario para que los estudiantes aprendan lo que tienen que aprender.

Un reciente estudio auspiciado por EDUCA informa que en los centros públicos lo que el estudiante dedica por tanda al trabajo académico son 2 horas y 14 minutos al día. Con esa escasa dedicación, aún los mejores maestros y maestras del mundo, no es mucho lo que pueden enseñar.

La mayoría de los hospitales tiene una planta física deficiente. Recientemente la prensa nos hizo saber que hay casos en que una remodelación tiene 12 años de iniciado sin haberse concluido aún.

Los que deseamos una mejor educación y una mejor atención en salud quisiéramos que la voluntad política que se ha manifestado en la construcción del Metro, la provisión de recursos para orientarlos a esta prioridad, así como el empuje demostrado por el Director de la OPRET, que no se detiene ante nada, se den también en la construcción de la infraestructura que hace falta en educación y salud.

Nombrando al Director de la OPRET como Ministro de Infraestructura de Salud y Educación se pudiera lograr: terminar las remodelaciones que no concluyen en los hospitales y realizar la construcción de los nuevos que son necesarios; reparación de aulas para que muchos niños y niñas no tengan que recibir docencia debajo de un árbol o en locales que representan un peligro para su integridad física.

También, la construcción de nuevos centros educativos, aunque sea necesario la declaración de utilidad pública de un solar, y ver que los tractores comiencen sus trabajos antes de que hayan concluido los trámites de la expropiación y los planos de la edificación.

En salud y educación debiera ser como en el Metro: la voluntad política se hace presente, los recursos aparecen con generosidad, los obstáculos son superados y todo marcha raudo y veloz, contra viento y marea.

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