¿De qué manera ingresan al país las parturientas haitianas apresadas en los hospitales y deportadas? Hago esa pregunta en voz alta consciente de que aquí hay gente a la que no interesa la respuesta, verbigracia los nacionalistas del patio, que solo quieren ver una parte del problema, la que mas conviene a su narrativa dirigida a propalar el odio y el rechazo a todo lo que huela a nuestros vecinos. De esa ceguera parcial parece haberse contagiado el gobierno, que con demasiada facilidad se deja arrastrar por la retórica nacionalista en las redes sociales.

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Las imágenes de las parturientas haitianas apresadas frente a los centros de salud o cuando son subidas a una camiona recién paridas y un bebé en brazos para ser llevadas hasta la frontera, tratamiento que el presidente del Colegio Médico Dominicano (CMD), el doctor Waldo Ariel Suero, calificó de inhumano, no tardarán en darle la vuelta al mundo, lo que de ninguna manera conviene un país que como la República Dominicana vive de su buena imagen, lo que nos hace vulnerables y nos obliga a ser muy cuidadosos de la forma en que hacemos las cosas, como nos recordó la reciente desaparición de una joven turista norteamericana mientras se bañaba frente a su hotel en Punta Cana.

Fuera de discusión está que tenemos derecho a regular y controlar la inmigración ilegal haitiana y de cualquier otra nacionalidad, una tarea que el Estado dominicano, gobierno tras gobierno, se ha mostrado incapaz de realizar con rigor y eficiencia, como evidencia la desbordada presencia haitiana en nuestro territorio. Pero aquí se le quiere echar la culpa a los inmigrantes que huyen del hambre, la violencia y el terror de las bandas criminales que gobiernan de aquel lado, y no a los que los dejan entrar o quienes los contratan para explotar su vulnerabilidad. Y eso no es justo, pero sobre todo no ayuda a resolver el problema, que empieza con la facilidad conque los haitianos, incluidas las parturientas, logran cruzar la “controlada” frontera.