La pandemia de covid-19 provocará en América Latina la «peor recesión de los últimos 100 años», según las estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) difundidas a mediados de julio.
La proyección estima una caída del crecimiento económico de 9,1%, que tendrá un impacto directo en el alza del desempleo y la pobreza.
La caída en picada del sector turístico, junto a una baja en las exportaciones y la llegada de remesas, están creando serias dificultades que poco a poco se hacen visibles en el presupuesto familiar.
Se espera que el desempleo escale a más del 13% este año, mientras que los trabajadores informales -que viven al día y no tienen ninguna protección social- seguirán levantándose en las mañanas sin saber cómo van a generar recursos para subsistir.
Mientras bajan los ingresos, las deudas se van acumulando en los distintos estratos sociales.
Y aunque la Federación Latinoamericana de Bancos, FELABAN, aún no tiene los datos consolidados sobre el alza en los niveles de morosidad de los préstamos comerciales desde que comenzó la pandemia, no es un secreto que se está haciendo cada vez más difícil cumplir con las obligaciones financieras.
«Esta pandemia es un tsunami a las finanzas personales», le dice a BBC Mundo Bárbara Mainzer, académica de la Universidad Torcuato Di Tella, consultora y economista experta en finanzas y educación financiera.
«Muy pocas familias están preparadas para quedarse sin ingresos». Por eso, agrega, los gobiernos tuvieron que implementar planes de estímulo fiscal sin precedentes.
El problema es que las medidas de apoyo han permitido amortiguar el shock inicial, pero subterráneamente siguen acumulándose las deudas de las personas y de las empresas.
«Este es un tema muy delicado»
Mientras la economía cae en picada, las personas tienen que seguir pagando la renta, la hipoteca, el supermercado, los servicios básicos, además de otros compromisos como los gastos de salud y la educación superior.
Si en tiempos prepandémicos siempre fue bastante habitual que un familiar o un amigo te pidiera dinero prestado frente a circunstancias adversas, en estos tiempos de coronavirus, es mucho más probable que te ocurra.
Y es difícil decir que no, si te encuentras en una mejor situación que la del que te está pidiendo ayuda financiera.
«No tenemos los datos, pero yo estimo que han aumentado las solicitudes de préstamo a las personas más cercanas», dice Mainzer.
«Este es un tema muy delicado», dice, porque la mora de créditos personales con las instituciones financieras es bastante alta.
En Uruguay, por ejemplo, supera el 20%. «Imagino que cuando le pides a un amigo, esa tasa de mora puede ser mucho mayor», apunta.
En otras partes del mundo existen algunos indicadores para estimar la morosidad en estos créditos entre amigos.
En Estados Unidos, por ejemplo, el 35% de quienes le han prestado a un conocido aseguran que perdieron dinero, según una encuesta hecha por la empresa de asesoría financiera Bankrate en 2019.
Entonces, ¿cómo prestarle dinero a ese familiar o amigo sin arriesgarte a una pelea, dado que la probabilidad de no pago es bastante alta en este contexto de incertidumbre económica?
Estos son cuatro consejos que pueden ayudarte a disminuir las posibilidades de un conflicto y, en definitiva, mantener la relación en buenos términos, según la economista uruguaya Bárbara Mainzer.
1. Para qué es el dinero
El primer paso es preguntar para qué necesita el dinero. Si es una urgencia médica o alguna situación de carácter extremo, hay una mayor justificación para entregarle los fondos.
Sin embargo, no es poco común que algunas personas pidan dinero para gastos que no son de primera necesidad, como podría ser cambiar el auto, por ejemplo.
Luego está el caso de personas que simplemente no quieren bajar su nivel de gasto para no afectar su estatus. En este contexto, es más fácil decir simplemente que no.
Y lo último es poner atención al tema de las adicciones. Hay compradores compulsivos, adictos al juego o a determinadas sustancias, que se ven constantemente en situaciones de crisis y que recurren una y otra vez a los amigos para salir del apuro.
2. Prestar una cantidad que estés dispuesto a perder
Si es un monto pequeño, las probabilidades de que afecte la relación en caso de no pago son bajas. Y en último caso, lo puedes asumir como una especie de regalo a una persona en un mal momento de su vida.
Pero si es un monto considerable (en relación a tu nivel de ingresos), entonces se trata de algo más complejo. Aquí el punto es hacerte la pregunta, ¿qué pasaría si no me lo puede devolver?.
¿Puedo asumir esa pérdida?, ¿pondrá en riesgo mis propias finanzas?, ¿le puedo ofrecer una parte de lo que me está pidiendo?
Como parámetro, se recomienda prestar una cantidad que estás dispuesto a perder, sin que eso afecte tus finanzas. Porque ayudar a alguien para luego verte en medio de un lío, es la receta perfecta para el fin de esa relación.
3. Poner el acuerdo por escrito
Este es el consejo más práctico. Los acuerdos de palabra -de todo tipo- suelen ser una fuente de conflictos por la propia complejidad de las relaciones humanas y la manera en que nos comunicamos.
¿Cuántas veces has estado en una situación en que la otra persona entendió algo y tú entendiste otra cosa y ambos están seguros de estar en lo cierto?.
Peor aún cuando estamos hablando de dinero. Entonces, la clave está en poner el acuerdo por escrito en un papel simple y que cada uno se quede con una copia.
De esa manera, evitas las interpretaciones confusas o los malentendidos. Lo que está escrito en el papel, son los términos del acuerdo.
Ahora bien, estamos hablando de un papel simple, no de un documento legal, aunque también puedes averiguar cómo se podría formalizar ese compromiso de acuerdo a las leyes locales.
Con todo, hay países donde un papel simple puede servir como medio de prueba en un juicio, pero cuando se trata de préstamos a amigos o familiares, muy pocas veces las cosas terminan en tribunales.
«Hacer un juicio para que te devuelvan poca plata es totalmente antieconómico«, apunta Mainzer.
Eso porque la judicialización del conflicto suele resultar extremadamente costosa y puedes terminar perdiendo una parte importante de lo que está tratando de recuperar.
4. Hacer un plan de pago
Mainzer dice que es importante acordar la modalidad de pago y establecer plazos.
También se puede prestar una parte del dinero solicitado y, si la persona demuestra que tiene la capacidad de cumplir con su compromiso financiero, entonces prestarle el resto del monto.
Entonces en el acuerdo por escrito debería ir la cantidad, los plazos y algún tipo de interés aplicado sobre el monto, en caso de que hayan llegado a esa conclusión.
Si el período de pago es breve, como podrían ser unos meses, entonces es probable que no se requiera el cobro de ningún interés, si se trata de ayudar a un amigo.
Pero si el monto es grande y la devolución puede tomar más de un año, entonces ese tema podría también formar parte del acuerdo.
Pese a todas las precauciones que puedas tomar cuando te piden dinero prestado, no deja de ser un terreno pantanoso que tiene un doble riesgo: perder tus fondos y perder un amigo.
Sin embargo, algunas de estas recomendaciones pueden ayudarte a mitigar el impacto.