Como ganado al matadero

Como ganado al matadero

Claudio Acosta.

Ya están muertos, y contra la muerte irrebatible no hay argumentos que esgrimir. Pero la muerte, en un accidente de tránsito, de Mercedes Polanco, Ramón Valerio, Narciso Valerio, Luis Calderón y Pedro Paniagua  bien puede servirnos como doloroso recordatorio de que la imprudencia, el irrespeto a la ley y la falta de supervisión de las  autoridades sobre ciertos medios de transporte  de pasajeros son los principales  ingredientes  de las tragedias  que sufrimos  a diario en calles y carreteras, ciudades y campos. Porque ocurrió que las víctimas mortales del accidente del pasado lunes en la carretera Atabalero, en San Francisco de Macorís, en el que también resultaron con heridas de consideración otras once personas, iban como pasajeros  en la parte trasera de una camioneta que al momento de producirse el   vuelco fatal viajaba a alta velocidad, con neumáticos en malas condiciones sobre    una carretera mojada por las lluvias que no cesan en la región Norte. Tanto en nuestras grandes ciudades como en caminos y carreteras del interior del país es frecuente encontrarse con vehículos de carga que son utilizados para el transporte público de pasajeros,  como si se tratara de ganado que se conduce al matadero (y a veces eso es literalmente cierto), lo   que quiere decir que se les permite transitar libremente  o se pone muy poco empeño  en controlar una práctica que no solo es una violación flagrante de la ley sino también un atentado contra la vida y la seguridad de las personas que por ignorancia,   necesidad o ambas penas a la vez pagan dinero para exponer sus vidas de esa manera. Si las autoridades no ponen de su parte para impedir que se utilicen en el transporte público de pasajeros vehículos diseñados para otros usos, sin las condiciones míninas para garantizar su  seguridad,   no habrá campaña   que impida que los accidentes de tránsito sigan llevando luto y dolor a las familias dominicanas. Así de sencillo.

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